El interés de Rusia sobre el resultado de las elecciones estadounidenses ha sido evidente a lo largo de los años. Los actores políticos en Moscú han manifestado antes sus preferencias y expectativas sobre distintos candidatos y sus respectivas políticas hacia Rusia. La sorpresa que generó la victoria de Donald Trump en noviembre de 2016 fue recibida con entusiasmo en ciertos sectores rusos, alimentando esperanzas de un cambio en las relaciones bilaterales.
El político ultranacionalista ruso, Vladimir Zhirinovsky, celebró el triunfo de Trump con 132 botellas de champán en la Duma, simbolizando sus expectativas de una transformación positiva en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. La euforia inicial fue compartida por otros, como Margarita Simonyan, jefa de redacción del canal estatal RT, quien expresó su júbilo conduciendo por Moscú con una bandera estadounidense.
Sin embargo, esas esperanzas no tardaron en desvanecerse. A pesar de las expectativas de que Trump pudiera levantar las sanciones impuestas a Rusia o reconocer la anexión de Crimea, el mandatario estadounidense impuso las sanciones más severas a Moscú. Esto dejó a muchos desilusionados al término de su mandato.
Actualmente, a pesar de sus críticas a la ayuda militar de Estados Unidos a Ucrania y su postura más bien reacia a enfrentarse directamente con Putin, Trump sigue siendo observado con cautela desde el Kremlin. Las declaraciones de Putin, aunque algunas veces parecen jugar con la situación política estadounidense, sugieren que, al menos públicamente, los funcionarios rusos adoptan una postura más cauta respecto a un potencial segundo mandato de Trump.
Para Putin y su administración, una elección ajustada en Estados Unidos, seguida de un resultado impugnado, podría ser más beneficioso. Un panorama de caos postelectoral en Estados Unidos podría desviar la atención estadounidense de la arena internacional, incluida la guerra en Ucrania.
Por otro lado, la administración Biden se ha mostrado decidida en su enfoque hacia Rusia. Tras la invasión a gran escala de Ucrania ordenada por Putin, Estados Unidos ha impuesto sanciones masivas y proporcionado ayuda militar crítica a Kiev, intensificando la herida en las ya desgastadas relaciones entre ambos países.
La historia ha visto momentos en los que Estados Unidos y Rusia trabajaron unidos, como lo hicieron Reagan y Gorbachov en la reducción de sus arsenales nucleares. No obstante, el ámbito actual refleja tensiones crecientes, diferencias fundamentales y una rivalidad renovada que deja a Putin evaluando cuál sería el mejor resultado para los intereses rusos en las elecciones estadounidenses. Sin lugar a dudas, los acontecimientos por venir tendrán un profundo impacto en el tablero geopolítico internacional.
Cortesía El Nacional