En el contexto de las próximas elecciones en Estados Unidos, el avance de la campaña electoral ha observado un cambio significativo. A cuatro días de la votación, el crecimiento que había caracterizado la candidatura de Donald Trump parece haberse ralentizado. Sin embargo, el sistema electoral estadounidense, con su enfoque en ciertos estados clave, mantiene a Trump como el favorito en varios de ellos. Estos estados son Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania, Wisconsin, Georgia, Arizona y Michigan. En todos ellos, se observa una tendencia positiva para el exmandatario, especialmente en lugares emblemáticos como Georgia y Arizona.
En este momento crítico, la decisión final recae en lo que en la política estadounidense se denomina «fence sitters», o indecisos. Según el análisis de Karl Rove, prominente estratega político, estos votantes pueden clasificarse en tres grupos principales.
El primer grupo incluye a aquellos que viven al margen de la política cotidiana. Estos ciudadanos suelen votar, pero deciden su elección de manera visceral, basándose más en impresiones personales que en los temas centrales de la campaña.
El segundo grupo abarca a los votantes que valoran los resultados económicos y de seguridad bajo la presidencia de Trump, aunque desaprueban sus características personales, como su narcisismo y su capacidad para generar divisiones en sus equipos.
Finalmente, el tercer grupo está compuesto por quienes contemplan votar por Kamala Harris, pero dudan de su capacidad para asumir la presidencia. Aunque reconocen que su carácter es más favorable que el de Trump, las dificultades que ha enfrentado con su equipo en la Vicepresidencia generan incertidumbre.
Estos tres grupos de indecisos se distribuyen de manera uniforme en los estados mencionados, resaltando la importancia de los discursos finales de campaña de los candidatos. Actualmente, Trump parece tener una ventaja, respaldada por la percepción generalizada de que el país no marcha en la dirección adecuada. Según las encuestas de Real Clear Politics, solo un 26,9% de los estadounidenses cree que el país va por buen camino, en contraste con un 64,3% que opina lo contrario.
No obstante, Harris también enfrenta desafíos en su campaña. Un ejemplo de ello es su aceptación de la descripción de Trump como fascista por parte del general John Kelly, quien, tras trabajar en la Administración Trump, se ha convertido en un crítico acérrimo. A pesar de estas controversias, el enfoque debería estar en atraer al voto moderado, crucial en esta fase decisiva de las elecciones.
Con el desenlace de las elecciones aún incierto, la atención se centra en cómo estos grupos indecisos influirán en el resultado final, en un contexto donde las preocupaciones sobre la economía y el control fronterizo predominan entre los electores.