El expresidente sirio Bashar Al Assad ha llegado a Moscú junto a su familia, tras recibir asilo político por parte del gobierno ruso. Esta noticia fue confirmada por una fuente del Kremlin a la agencia TASS, destacando el gesto de Moscú basado en criterios humanitarios.
La llegada de Al Assad a Rusia se produce en un momento crítico marcado por intensas negociaciones internacionales dirigidas a resolver el prolongado conflicto en Siria. Según el representante del Kremlin, «Rusia siempre ha abogado por la búsqueda de una solución pacífica a la crisis siria. Partimos de la necesidad de que se reanuden las conversaciones bajo la tutela de Naciones Unidas».
En este contexto, se reveló que funcionarios rusos mantienen comunicación continua con líderes de la oposición armada siria, quienes han asegurado la protección de las bases militares e instituciones diplomáticas rusas dentro de Siria. El Kremlin expresó su esperanza en que el diálogo político avance en beneficio del pueblo sirio y que las relaciones bilaterales entre ambas naciones sigan fortaleciéndose.
Mientras tanto, dentro de Siria, las fuerzas insurgentes han declarado a Damasco como «libre» del control de Al Assad, tras una ofensiva de doce días liderada por una coalición encabezada por el Organismo de Liberación del Levante y otras facciones apoyadas por Turquía. La situación de Al Assad había sido objeto de especulación en los días previos, con rumores sobre su posible paradero incluyendo el derribo de su avión o su traslado a una nación africana.
Previo a la confirmación oficial de su llegada a Moscú, el Ministerio de Exteriores de Rusia informó sobre la salida del expresidente sirio del país, luego de mantener negociaciones con diversos actores del conflicto armado. Durante estas negociaciones, Al Assad habría dado instrucciones para facilitar una transición pacífica del poder en Siria.
La decisión de ofrecer asilo a Al Assad resalta la complejidad y el dinamismo de la situación política en Siria, con implicaciones significativas para las relaciones internacionales y el futuro del conflicto.
EL Nacional
