La región del Catatumbo, en el departamento colombiano de Norte de Santander, se encuentra en el epicentro de una creciente ola de violencia. Los enfrentamientos entre miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el frente 33, una disidencia de las extintas FARC, han dejado un saldo de al menos 80 víctimas mortales, incluidos seis excombatientes firmantes de los acuerdos de paz, y han generado el desplazamiento de 30,000 personas. El presidente colombiano, Gustavo Petro, ha calificado esta situación como «un fracaso de la nación».
En medio de este escenario, el gobierno de Nicolás Maduro ha reiterado su papel en el conflicto, anunciando la implementación de un dispositivo para acoger a desplazados y la movilización de más de 600 tropas como parte de la operación ‘Escudo Bolivariano’. Diosdado Cabello, ministro del Interior de Venezuela, confirmó su presencia en la región para supervisar «las operaciones humanitarias».
Maduro ha sido enfático en su postura, declarando que su gobierno no será «neutral» y que tomará acciones para «hacer respetar a Venezuela de los terroristas armados de Colombia». Estas declaraciones han elevado la tensión en la ya conflictiva frontera colombo-venezolana.
El ELN, con raíces marxistas-leninistas, ha mantenido presencia en la frontera con Venezuela desde los años 80. Tras la salida de los paramilitares, fortaleció su presencia en el norte de Colombia y encontró afinidad ideológica en la revolución bolivariana liderada por el fallecido presidente Hugo Chávez.
Con el deterioro de la situación en Venezuela desde 2019, el control político, económico y militar de las zonas fronterizas ha sido, en la práctica, delegado al ELN, que controla actividades ilícitas en la región del Catatumbo, uno de los mayores productores de coca en Colombia. Esta colaboración ha sido descrita como una «asociación estratégica» por expertos como Luis Fernando Trejos, profesor de la Universidad del Norte de Barranquilla.
El ex presidente colombiano Álvaro Uribe ha acusado al gobierno venezolano de utilizar al ELN como un «brazo armado» para desestabilizar a Colombia. Sin embargo, para analistas como Jorge Mantilla, doctor en criminología, aunque es difícil afirmar que el conflicto en el Catatumbo es orquestado desde Venezuela, sí existe una apuesta del ELN por consolidar su posición en la frontera y que cualquier desenlace en las negociaciones de paz con el ELN pasa también por Caracas.
Venezuela parece buscar maximizar sus beneficios en la frontera, mediante la asistencia a desplazados y la fortificación militar de su lado de la frontera. Estas acciones podrían ser interpretadas como un intento de recuperar legitimidad y demostrar su importancia en el proceso de paz colombiano. Además, las tensiones con Colombia son vistas como una estrategia para disuadir cualquier acción bélica en contra del ELN.
Frente a este complejo escenario, las tensiones geopolíticas y la intransigencia de las guerrillas han intensificado la violencia en una de las regiones históricamente más afectadas por el conflicto armado en Colombia.
Por France 24