El exdiputado y destacado dirigente opositor Williams Dávila, de 73 años, fue arrestado el jueves pasado al finalizar una vigilia pacífica en la Plaza Altamira de Caracas, donde los asistentes clamaban por la liberación de los «presos políticos».
Esta detención se enmarca dentro de una ola de represión que ha llevado al arresto de más de 2.400 personas desde las protestas contra la reelección de Nicolás Maduro el 28 de julio, considerada fraudulenta por la oposición.
Recientemente, Dávila fue sometido a una cirugía cardíaca y, según su hijo, Williams Dávila Valeri, ingresó al hospital en «estado grave» debido a complicaciones de salud, incluyendo fiebre alta, deshidratación severa e infección urinaria que ha evolucionado a prostatitis aguda con riesgo de septicemia.
En un comunicado, Dávila Valeri expresó su preocupación por la situación de su padre, quien se encuentra bajo custodia del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) en el Hospital de Clínicas Caracas. “No hemos logrado verlo todavía”, afirmó.
La reacción internacional no se ha hecho esperar. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha instado al Estado venezolano a tomar medidas urgentes para garantizar la vida, la integridad y la salud de Williams Dávila. Aún se desconoce por qué razones específicas se encuentra detenido, ya que las autoridades no han emitido pronunciamientos oficiales sobre su arresto.
Este hecho ha generado preocupación entre sectores de la oposición y defensores de derechos humanos, quienes señalan esta detención como un claro intento de silenciar voces disidentes en el país.
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