El Vaticano ha anunciado la canonización de María del Carmen Rendiles, fundadora de las Siervas de Jesús, quien se convertirá en la primera santa de Venezuela. La decisión fue autorizada por Francisco, quien permitió al Dicasterio para las Causas de los Santos emitir los decretos pertinentes, firmados el pasado 28 de marzo. Junto a ella, el arzobispo armenio Ignatius Choukrallah Maloyan y el laico papú Peter To Rot también serán canonizados. Además, el presbítero brasileño Giuseppe Antonio Maria Ibiapina ha sido declarado venerable, y el sacerdote de Bari Carmelo De Palma será beatificado.
Nacida en Caracas el 11 de agosto de 1903, Carmen Elena Rendíles Martínez, conocida como María del Monte Carmelo, dedicó su vida al servicio religioso. Tras la muerte de su padre, ayudó a su madre y se involucró en actividades apostólicas desde temprana edad. En 1827, eligió la Congregación de las Siervas de Jesús del Santísimo Sacramento. Emitió sus votos perpetuos en 1932 y fue nombrada maestra de novicias. Su dedicación la llevó a ser Superiora Provincial en 1946, elevando la congregación a un instituto secular.
El milagro atribuido a su intercesión, que llevó a su canonización, involucra la recuperación inexplicable de una joven que sufría de hidrocefalia. Esta curación, considerada científicamente inexplicable, fue examinada y aprobada por el Dicasterio para las Causas de los Santos.
Ignatius Choukrallah Maloyan, arzobispo de Mardin, fue martirizado durante el genocidio armenio de 1915. Nacido en 1869, dedicó su vida al ministerio religioso y fue elegido arzobispo durante un sínodo en Roma en 1911, en medio de la tensa situación política en Turquía.
Por otro lado, Peter To Rot, originario de la isla de Rakunai-Rabaul en Papúa Nueva Guinea, fue un catequista cuya fe inquebrantable lo llevó al martirio durante la ocupación japonesa en la Segunda Guerra Mundial. Nacido el 5 de marzo de 1912, continuó su labor apostólica a pesar de las prohibiciones impuestas, destacándose por su servicio a los necesitados.
Carmelo De Palma, próximo a la beatificación, nació en Bari y dedicó su vida al servicio de la iglesia local, ocupando roles significativos en la basílica de San Nicolás y como asistente diocesano. Finalmente, José Antonio María Ibiapina, reconocido hoy como venerable, fue un influyente jurista y religioso brasileño, con una vida marcada por el compromiso social y la justicia.
Con estos reconocimientos, la Iglesia Católica celebra la vida y obra de individuos que, a través de su fe y servicio, marcaron una diferencia significativa en sus comunidades y más allá.
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