En memoria de mi viejo, Alirio…
«Es un buen tipo mi viejo, que anda sólo y esperando, tiene la tristeza larga, de tanto venir andando…». Esta canción se convirtió en un himno predilecto en el cancionero latinoamericano para evocar el amor que un hijo puede llegar a sentir por su padre. Si bien no es la única canción exitosa que hace referencia a la figura paterna, es por muchas razones una de las más sentidas y profundas. Probablemente, por el poder misterioso que encierran sus palabras sencillas y directas, capaces de tocar el alma, sin tanto adorno ni parafernalia, como solemos hacer al intentar decorar las maravillas del mundo.
Piero, el cantante ítalo-argentino, fue el encargado de componer la melodía y de interpretar esta joya musical, que desde su lanzamiento se convirtió en un éxito rotundo en el país gaucho, y de allí, se extendió a toda Latinoamérica y gran parte del mundo. Sin embargo, como suele suceder casi siempre, asumimos que la letra de la canción pertenece a Piero y que, por supuesto, es un homenaje a su padre. Pero una vez más nos equivocamos. Sin intención alguna, se deja en el olvido la mano que está detrás de esta maravillosa creación artística. Y para eso nació esta columna, así que vamos a hincarle el colmillo a la canción.
José, así, a secas, es el nombre que aparece en las carátulas de los discos (vinilos) como autor de la letra de esta hermosa canción. Pero, ¿quién es? Su nombre completo es José Tcherkasky, un prolífico periodista y escritor argentino, con más de 30 libros en su haber, además de ser el autor de varias canciones que se hicieron éxitos en la voz de su amigo Piero. Esta dupla genial, Piero-José (como aparece en todas sus producciones), también es la coautora de canciones como «Llegando llegaste» y «Si vos te vas».
Tcherkasky, hijo de un inmigrante ruso que llegó a Argentina en la década del 30 buscando mejores oportunidades, relata cómo su padre lo inspiró a escribir el poema «Ambulante», publicado en su primer libro «Cosas de Buenos Aires», y que contiene la esencia de la canción «Mi Viejo». «Cada parte de la canción es una imagen que evoco de mi papá, a quien perdí a los 14 años, pero que era un tipo muy preparado, nacido en Rusia en 1905. En la década del 30 llegó a Argentina», cuenta José. El padre de José se ganaba la vida vendiendo sábanas casa por casa, y al finalizar su jornada, se dedicaba a su otra pasión: la literatura, que sus hijos imitarían más tarde, convirtiéndose en excelsos literatos.
Toda esa admiración del hijo que observa en silencio la faena de aquel hombre se ve plasmada en los fragmentos de la canción: «Yo lo miro desde lejos, pero somos tan distintos, es que creció con el siglo, con tranvía y vinotinto». El contraste de la vida en el ocaso de su existencia y la novedad del hijo que observa la vida con ojos nuevos. «Yo tengo los años nuevos, mi padre los años viejos, el dolor lo lleva dentro y tiene historias sin tiempo».
Un Himno
A finales de los años 60, cuando la canción salió al mercado, fue un éxito rotundo que sobrepasó las expectativas de todos, incluso de los más cercanos. Piero cuenta que a partir del poema de Tcherkasky, la armaron en unos 10 minutos, y les pareció tan bien elaborada que no quisieron cambiarle nada. Un joven Piero, que no llegaba a los 25 años, corrió a su casa con la guitarra en mano. Cerró la puerta del cuarto de su padre y le pidió que escuchara la canción. El llanto de su padre, el Sr. Lino, se escurría debajo de sus lentes de cristal ancho por la miopía. El nudo en su garganta solo le permitía asentir con la cabeza, hasta que, logrando recuperar el aliento, le dijo en tono grave: «Muy linda… pero ¿quién camina lento?, ¡la puta que te parió!». Allí Piero se dio cuenta de que aún no le había explicado que la letra no era suya, sino de José, y que era un homenaje al difunto Sr. Tcherkasky, pero al mismo tiempo, un himno para todos los buenos padres como él.
Una historia similar ocurrió en la casa de José Tcherkasky. Su madre, que no entendía del todo el trabajo de su hijo, se vio abrumada por la popularidad de la canción. En todas las radios, la prensa y hasta la televisión, se escuchaba y era elogiada la canción «Mi Viejo», con la letra de José Tcherkasky. Preocupada, su madre le dijo: «Nene, andá a la comisaría y decí la verdad, porque con esto vas a ir preso», creyendo que su hijo había plagiado la autoría del tema. Entre sonrisas, José recuerda la anécdota y cómo tuvo que explicar que a partir de su poema había escrito la canción para que Piero la cantara, y con el tiempo, fuera replicada por voces estelares como la de Vicente Fernández.
Amor Paterno
Quienes hemos tenido la gracia divina de experimentar este amor somos a la vez víctimas de ese nudo invisible que se crea en la garganta cuando escuchamos o cantamos esta canción. El padre presente, ferviente y figura de firmeza que rige los destinos del hogar, nos marca para toda la vida. Nos remonta a la alborada de nuestra vida, donde, en silencio y con admiración, observábamos los pasos de ese gigante que iba delante de nosotros. El superhéroe que podía con todo lo que nuestras pequeñas manos aún no lograban hacer. El primer amor de las pequeñas, que, celosas de sus madres, buscaban de alguna u otra manera ganarse su gracia y coronar el beso afable del guardián de todos los miedos. El que espantaba los monstruos y el que, alzándonos en brazos, nos llevaba a la cima del mundo que nos heredaría cuando su llama se tuviese que apagar.
De antemano, amigos lectores, les pido disculpas por aseverar que he tenido al mejor padre del mundo; seguro ustedes están pensando lo mismo del suyo. Por eso, esa canción que nació del poema de un joven escritor ya ha dejado de pertenecerle para pasar a ser la canción de todo hombre y mujer que ama a su papá y lo amará hasta el fin de los tiempos. Cantemos juntos entonces, en este venidero Día del Padre: «Yo soy tu sangre, mi viejo, soy tu silencio y tu tiempo.»
Richard Rico López
Hasta una próxima entrega… Para opiniones y sugerencias: [email protected] y cuenta en X (Twitter): @RichardRico2011