El domingo 13 de julio, un avión sanitario Beechcraft King Air B200, matrícula PH-ZAZ y operado por Zeusch Aviation, se estrelló poco después de despegar del aeropuerto de Southend en la costa este de Inglaterra. El incidente ocurrió a las 15:58, cuando la aeronave apenas se había elevado a 175 pies antes de inclinarse abruptamente y estrellarse contra el terreno seco a pocos metros de la pista. Testigos presenciales, entre ellos familias y empleados del aeropuerto, observaron cómo el avión se transformó en una bola de fuego en cuestión de segundos.
Las imágenes aéreas tomadas horas después del accidente muestran una mancha negra y densa sobre el césped, delimitada por una quemadura, y los restos retorcidos del avión. Según reportes, solo una sección del fuselaje posterior, con dos ventanillas intactas, permaneció reconocible. El resto, que incluía alas, cabina y motores, quedó reducido a fragmentos carbonizados. Casi 24 horas después de la tragedia, no había confirmación de cuántas personas estaban a bordo. No se ha proporcionado una lista de pasajeros ni se han identificado víctimas, dejando una página en blanco sin duelo ni nombres.
El PH-ZAZ era un avión multipropósito de Zeusch Aviation, una empresa con sede en Lelystad, Países Bajos, especializada en vuelos sanitarios. La aeronave había realizado vuelos previos desde Atenas a Pula y de allí a Southend, desde donde debía retornar a su base. Sin embargo, hasta el momento, ninguna fuente oficial ha confirmado si el vuelo SUZ1 transportaba a un paciente o cuál era su misión específica.
Las autoridades respondieron rápidamente al siniestro. La policía de Essex cerró el aeropuerto, mientras que el cuerpo de bomberos extinguía las llamas y los equipos HART (Hazardous Area Response Team) se desplegaban en el área. A pesar de ello, las autoridades han mantenido un silencio casi total respecto a los detalles del accidente. La ministra de Transporte, Heidi Alexander, afirmó estar al tanto del trágico incidente mediante una publicación en X, pero no proporcionó más información.
En este contexto, numerosos testigos han expresado su desconcierto ante la falta de información oficial y la ausencia de un parte de víctimas o una conferencia de prensa. Ben Guppy, que se encontraba en un hotel cercano, expresó su incredulidad: “No entiendo cómo algo así puede pasar y simplemente no saberse quién estaba en el avión”.
Hasta el momento, las redacciones británicas han cubierto el incidente con un enfoque neutral y sin el dramatismo habitual en estos casos. La policía ha habilitado un portal para recibir información sobre el accidente, aunque no se han reportado personas desaparecidas ni ciudadanos afectados. El aeropuerto de Southend permanece cerrado y ha anunciado que reabrirá “cuando sea posible”.
El accidente deja un rastro de incertidumbre, con la marca negra en el campo y los restos calcinados como únicos testigos de un evento que, por ahora, no tiene responsables, hipótesis ni nombres. El misterio persiste, ya que el avión cayó del cielo, pero parece que nadie lo está buscando.
Infobae