Las dietas hipocalóricas son un fenómeno recurrente entre aquellos que buscan perder peso rápidamente. Sin embargo, estos planes alimenticios pueden causar más daño que beneficio al organismo, ya que aceleran la pérdida de masa muscular y comprometen el sistema inmunológico.
Estos regímenes alimenticios se han popularizado debido a la promesa de resultados inmediatos. Según Amelia De La Peña, nutricionista en Gold’s Gym, sede San Ignacio, «muchas personas, para rebajar de peso velozmente, empiezan a ejercitarse y a la vez dejan de comer o eliminan por completo ciertos alimentos, como los carbohidratos». Tal práctica, señala De La Peña, no solo provoca un déficit calórico, sino también nutricional, lo que lleva al organismo a quemar energía del músculo en lugar de la grasa.
Aunque la pérdida de peso se logra de manera acelerada, las implicaciones para la salud son preocupantes. La disminución de la masa muscular descompensa el cuerpo, afectando su correcto funcionamiento. Uno de los problemas más comunes asociados a estas dietas es el efecto rebote. El organismo, adaptado a una ingesta muy baja de calorías, ralentiza su metabolismo. «Cuando se retoma la alimentación habitual, cualquier exceso se almacena como grasa, incrementando el peso original», explicó la nutricionista.
Los riesgos para la salud no se limitan a la rapidez de la pérdida de peso, sino que también impactan el sistema inmunológico y nervioso. De La Peña advirtió que «las dietas hipocalóricas debilitan el sistema inmunológico, aumentando la probabilidad de enfermedades como gripes, agotamiento, problemas neurológicos y más». Además, afectan el estado de ánimo, elevando el riesgo de depresión, ansiedad e insomnio, debido a la restricción de nutrientes esenciales que interfiere con la liberación de neurotransmisores clave como la dopamina y la acetilcolina.
La especialista enfatiza que la clave para mantener una salud óptima y un peso adecuado reside en seguir una alimentación personalizada, adaptada a las necesidades nutricionales individuales. Este enfoque debe incluir un equilibrio de proteínas, carbohidratos saludables, grasas, fibra, vitaminas y minerales.
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