En un movimiento estratégico significativo, Estados Unidos ha ordenado el despliegue de diez aviones de combate F-35 en un aeródromo de Puerto Rico. Esta acción se enmarca dentro de los esfuerzos continuos para combatir el tráfico de drogas en el sur del Caribe. Dos fuentes confirmaron a Reuters que estos cazas de quinta generación arribarán a la región a finales de la próxima semana, integrándose a la ofensiva militar anunciada previamente por el presidente Donald Trump.
El despliegue se produce en respuesta a un incidente reciente, donde el Pentágono denunció que dos aviones venezolanos sobrevolaron un buque de la Marina de EE.UU. en aguas internacionales, catalogando este acto como un «movimiento altamente provocador». Ante estos eventos, el Departamento de Defensa de Estados Unidos ha emitido una advertencia al gobierno de Nicolás Maduro sobre la obstrucción de sus operaciones antidrogas.
La ofensiva aérea complementa una presencia naval sólida en el Caribe, compuesta por siete buques de guerra y un submarino nuclear de ataque rápido, además de la participación de más de 4.500 marineros e infantes de marina en ejercicios de maniobras. Esta movilización incluye la 22.ª Unidad Expedicionaria de Infantería de Marina, que actualmente lleva a cabo entrenamientos anfibios y operaciones de vuelo desde el sur de Puerto Rico.
El presidente Trump ha declarado que estas acciones son parte de un esfuerzo para «acabar con los grupos narcoterroristas» que transportan drogas hacia Estados Unidos. La reciente destrucción de una embarcación, que según Trump transportaba «cantidades masivas de drogas» desde Venezuela, ha intensificado las tensiones. A pesar de estas afirmaciones, funcionarios del Pentágono no han detallado qué sustancias llevaba la embarcación ni la base legal del ataque.
En respuesta, Nicolás Maduro ha criticado el despliegue militar como un intento de «buscar un cambio de régimen a través de la amenaza militar». Por su parte, el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, ha endurecido la postura de Washington calificando a Maduro como «capo de un narcoestado». La situación sigue desarrollándose con implicaciones significativas para la seguridad regional y las relaciones bilaterales.
El Nacional