A pocos metros de las refinerías de Amuay y Cardón, íconos del Complejo Refinador de Paraguaná (CRP) y orgullo de la industria petrolera nacional, las comunidades de Punta Cardón y Las Piedras enfrentan un escenario de abandono, deterioro ambiental y servicios colapsados que contrasta fuertemente con la promesa institucional de que “PDVSA es del pueblo”.
Un reportaje reciente del portal Cotejo.info revela que, pese a haber crecido junto a las operaciones petroleras, estos sectores populares sobreviven actualmente entre derrames petroleros, aguas servidas, desempleo y la ausencia de programas sociales por parte de la estatal petrolera.
Hace años, vecinos recuerdan cómo PDVSA impulsaba proyectos de infraestructura, salud y apoyo al sector pesquero. Hoy, ese vínculo ha desaparecido casi por completo.
Más de 80 derrames en el Golfete de Coro
Registros comunitarios indican que se han producido más de 80 derrames de crudo y gas, afectando gravemente la pesca artesanal en el Golfete de Coro. Especies como lisa, jurel, carite y merluza han disminuido drásticamente, lo que compromete la seguridad alimentaria y económica de los pescadores locales.
Servicios básicos en ruinas
En Punta Cardón, el agua llega apenas una vez al mes. La planta desalinizadora dejó de funcionar tras dos años de uso y hoy solo quedan tuberías oxidadas como testimonio de aquella inversión. A esto se suman calles deterioradas, apagones diarios, aguas negras en la playa y una planta de bombeo inactiva desde hace ocho años.
En Las Piedras, los espacios comunitarios están en ruinas. El mirador turístico de PDVSA y el muelle pesquero permanecen abandonados.
“Vivimos frente a la refinería más grande del país, pero es como si no existiera”
Los testimonios de los vecinos resumen la frustración. “PDVSA no nos ve. Lo poco que recibimos viene del gobierno regional o municipal”, asegura Emilio José Zavala, pescador. Luis Manuel Cambero agrega: “Ni las bolsas CLAP ni el gas llegan con regularidad. Estamos invisibles para el Estado”.
El contraste es evidente: mientras el CRP continúa operando como símbolo energético nacional, las comunidades que lo rodean sobreviven en condiciones precarias, sin que se evidencie un compromiso social real por parte de la industria que les prometió desarrollo y bienestar.
Para más información y leer el reportaje completo, visita: www.cotejo.info
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