Con un reciente incremento del despliegue militar en el Caribe, Estados Unidos ha reforzado su capacidad para atacar objetivos en cualquier punto de Venezuela, según informes del diario ABC de España. El Pentágono ha estructurado una presencia militar que incluye el lanzamiento de misiles de largo alcance desde buques y submarinos, y la ejecución de incursiones de fuerzas especiales. Además, cuenta con la capacidad de bloquear puertos y rutas marítimas, controlando así las vías de salida del país.
La administración Trump, junto con aliados en el Congreso, ha contabilizado más de 10,000 militares estadounidenses presentes en la región del Caribe. Esta operación estratégica incorpora bombarderos B-52, cazas avanzados, y unidades de operaciones especiales distribuidas entre Puerto Rico y Trinidad y Tobago. En particular, el grupo anfibio Iwo Jima, con más de 1,600 infantes de marina, está dispuesto para una movilización rápida por mar o aire. Washington describe este despliegue como una acción inmediata, lista para ejecutar un golpe directo si así lo ordena la Casa Blanca.
La presencia de bombarderos B-52 a menos de 150 millas de la costa venezolana destaca la dimensión del operativo como una demostración de fuerza. Desde septiembre, se han llevado a cabo operaciones contra embarcaciones involucradas en el narcotráfico, y la Casa Blanca ha autorizado operaciones encubiertas de la CIA en territorio venezolano.
El gobierno estadounidense inicialmente presentó estas acciones como parte de una estrategia contra «redes criminales transnacionales». Sin embargo, el objetivo político se ha revelado como un esfuerzo por expulsar a Nicolás Maduro del poder. El presidente Donald Trump ha manifestado públicamente que Maduro no debería haber desafiado a Estados Unidos.
El Departamento de Estado califica a Maduro como un «fugitivo de la Justicia estadounidense», y la Casa Blanca ha declarado su disposición a emplear todos los elementos del poder norteamericano para lograr su objetivo. Fuentes políticas señalan que esta estrategia refleja la creciente influencia del secretario de Estado Marco Rubio y de la jefa de Gabinete Susie Wiles, quienes abogan por una máxima presión sobre el régimen venezolano.
Mientras tanto, Maduro ha intensificado la seguridad interna y realizado maniobras militares en respuesta al despliegue estadounidense, advirtiendo sobre el riesgo de un conflicto prolongado similar al de Irak. La tensión en la región sigue en aumento, con vigilancia reforzada dentro de las Fuerzas Armadas venezolanas ante posibles traiciones.
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