La cuarta cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Unión Europea (UE) concluyó el domingo por la noche con la inesperada decisión de Venezuela de «disociarse» de la declaración final. Este acto dejó al país fuera del consenso regional, sorprendiendo incluso a las cancillerías más cercanas.
El presidente colombiano Gustavo Petro, anfitrión del encuentro, enumeró a los países firmantes, excluyendo a Nicaragua, que había anunciado previamente su negativa, y a Venezuela. Una fuente de un Ministerio de Exteriores suramericano calificó la salida de Venezuela como un «suicidio diplomático inexplicable».
Caracas, que había participado activamente en la negociación del documento de 52 puntos, se retiró tras intentar, sin éxito, endurecer el capítulo relativo a la “seguridad marítima y estabilidad regional en el Caribe” y reabrir el debate sobre la guerra en Ucrania. Pese a su descontento con el tono adoptado en el documento, Venezuela optó por retirarse de todo el texto, no solo del punto que objetaba.
Durante las discusiones, la delegación venezolana estuvo encabezada por el canciller Yván Gil, quien centró sus esfuerzos en abordar las operaciones militares estadounidenses en la región del Caribe, que han dejado cerca de 70 muertos. La alta representante de Exteriores de la UE, Kaja Kallas, consideró incoherente la actitud venezolana, señalando la paradoja entre sus críticas a Estados Unidos y su rechazo a una declaración sobre el conflicto en Ucrania.
El retiro de Venezuela se da en un contexto de creciente tensión con Estados Unidos, especialmente tras los ataques ordenados por la administración de Donald Trump. Esta decisión ha alejado aún más a Venezuela de un foro que algunos gobiernos consideraban crucial para obtener respaldo regional. António Costa, presidente del Consejo Europeo y coanfitrión de la cumbre, subrayó que estas reuniones son claves para el diálogo, especialmente ante diferencias significativas.
El Nacional
