En el marco del Día Mundial de la Diabetes, que se conmemora cada 14 de noviembre, especialistas a nivel global reiteran la importancia de la actividad física frecuente como aliada fundamental para la salud integral de las personas, especialmente de quienes viven con esta condición. La integración del ejercicio se presenta como una herramienta terapéutica esencial, capaz de optimizar el control glicémico y elevar la calidad de vida.
La doctora María Teresa Doti, médico endocrino, destaca que el ejercicio tiene un impacto directo sobre la regulación de la glicemia en sangre. Señala que también favorece la salud cardiovascular al mejorar la función de los vasos sanguíneos, reducir la presión arterial y modificar de forma positiva el perfil lipídico, al disminuir el colesterol LDL y los triglicéridos, e incrementar el colesterol HDL.
Desde la perspectiva de la composición corporal, la especialista indica que la actividad física promueve la reducción del tejido adiposo, en particular el visceral, considerado el más perjudicial, y contribuye al mantenimiento de la masa muscular magra. Estos efectos se asocian de manera estrecha con una mayor sensibilidad a la insulina y una mejor regulación metabólica.
En cuanto al tipo de entrenamiento, la combinación de ejercicio aeróbico y de fuerza se perfila como la fórmula idónea. Entre las actividades recomendadas se encuentran caminar, nadar, montar en bicicleta y disciplinas como el yoga o el taichí, que aportan beneficios adicionales en equilibrio, flexibilidad y reducción de los niveles de estrés.
“Desde el punto de vista psicológico, el movimiento corporal ayuda a mejorar el bienestar y la calidad de vida, reducir los niveles de estrés, así como la ansiedad e incrementar la autoestima, además de optimizar la percepción de control sobre la enfermedad”, afirma la Dra. Doti.
El vínculo entre deporte de élite y control metabólico también queda ilustrado en la trayectoria del nadador estadounidense Gary Hall Jr., ganador de múltiples medallas olímpicas. Su caso muestra que la diabetes tipo 1 no es un impedimento para alcanzar altos rendimientos deportivos cuando existe un estricto control metabólico y una planificación rigurosa, y se presenta como un testimonio de la constancia aplicada al manejo de la enfermedad.
La preparación física de personas con diabetes requiere, no obstante, un enfoque adaptado. Norangel Rondón, personal trainer en Gold’s Gym Montalbán, enfatiza la necesidad de personalizar el entrenamiento tanto en diabetes tipo 1 como tipo 2. En materia de métodos de trabajo, recomienda ejercicios de fuerza orientados al desarrollo de la musculatura sin provocar fatiga muscular rápida, ya que el agotamiento prematuro obliga a interrumpir la sesión. La progresión, subraya, debe ser lenta.
Rondón también detalla pautas para el manejo de eventuales emergencias durante la sesión. Si una persona con diabetes presenta mareo o fatiga, lo primordial es detener de inmediato la actividad, acostarla y elevar las extremidades inferiores. Advierte que no se deben ofrecer bebidas azucaradas o electrolitos sin indicación médica previa. La persona debe conocer su condición y, si es propensa a la hipoglucemia, portar su propio bocadillo o dulce para elevar rápidamente la glicemia en caso necesario.
En relación con la neuropatía y el cuidado de los pies, la entrenadora recomienda extremar la precaución con ejercicios unilaterales de pierna, debido al riesgo de inestabilidad. Sugiere priorizar ejercicios básicos de estabilidad, de corta duración, y utilizar siempre calzado adecuado para prevenir lesiones o complicaciones podales.
Desde Gold’s Gym, el mensaje se centra en la necesidad de una evaluación médica previa antes de iniciar cualquier programa de ejercicios. Esta revisión permite descartar posibles complicaciones y asegurar una planificación segura, alineada con las condiciones de salud y las necesidades específicas de cada persona con diabetes.
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