Desde el accidente aéreo ocurrido el 3 de junio de 2025, en el que viajaba la familia del MG José Tremont, el nombre de su asistente, el SM3 Rafael José Guedez González, no fue mencionado oficialmente. Cinco meses después, la Fuerza Armada informó a la familia sobre el hallazgo de los restos de Guedez, mostrando algunas vísceras y entregando una urna sellada bajo estricta vigilancia, dijo un familiar en conversación con Infobae.
Cinco meses transcurrieron antes de que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) se comunicara con la familia Guedez para informarles del supuesto hallazgo de los restos de Rafael. La entrega fue fría y protocolaria: una urna sellada, custodiada bajo estricta vigilancia y el contenido limitado a algunas vísceras, supuestamente identificadas mediante una prueba de ADN.
La familia, sumida entre la esperanza y el dolor, cuestiona la veracidad de los hechos: “¿Es creíble que las vísceras duraran cinco meses en el mar?”, se preguntan, cargados de indignación y escepticismo. El proceso, lejos de aliviar la angustia, la profundizó. “Es demasiada injusticia y demasiado dolor ver lo que hacen con nuestros muchachos”.
La Fuerza Armada hace silencio ante la muerte del SM3 Guedez
En la familia Guedez hay quienes tienen la esperanza de que el joven sargento esté aún con vida, que solo sea parte de esa opacidad que cubre muchos casos en la Venezuela actual, de manera que en algún momento “llegué a la casa con esa hermosa sonrisa, cargada de vitalidad”.
Relata que “llegaron a cobrar incluso los exámenes de ADN, porque la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) fue incapaz de hacerlo. ¿Ha visto usted semejante grosería? Entre la familia tuvimos que hacer una colecta para pagar el ADN”.
El pariente de los Guedez manifiesta que “esperar cinco meses y cobrar el examen de ADN para que entreguen un pedazo de tripa, en un ataúd sellado, diciendo que era de Rafael porque el ADN dio positivo. ¿Cómo darle veracidad a eso? ¿Es creíble que las vísceras duraran cinco meses en el mar?”.
Reflejando profunda indignación, afirma que “entregarle a la madre unos pedazos de tripas de hace 5 meses; eso es una burla. Como familiar de Rafael siento rabia, impotencia e indignación y solo necesitamos que alguien sea la voz de los que aquí no podemos decir nada”.
Destaca la excelente relación que existía entre el fallecido SM3 Rafael José Guedez González y su jefe, el comandante de Defensa Aeroespacial (CODAI), Mayor General (Av) José Luis Tremont Jiménez, por lo que le resulta más extraño aún el trato indiferente ante lo ocurrido con el joven larense.
MG de la Aviación José Luis Tremont Jiménez, jefe del Comando de Defensa Aeroespacial
“Rafael trabajaba con Tremont desde hacía más de dos años, era del círculo de confianza del general, incluso era el escolta de él y de su familia”. Guedez llamó a sus padres antes de subirse a la avioneta, expresándoles que iba a una misión a la isla de Margarita y “en lo que llegue les aviso”, pero la familia se quedó esperando.
Acoso a la familia
El pésame a la familia no fue publicado en ningún medio o redes sociales de la Fuerza Armada.
La familia Guedez estaba tan indignada, no solo por el doloroso resultado del ADN, de la pérdida de Rafael, sino del trato que recibieron de los militares, “quienes entorpecieron el proceso velatorio, no dejaban que se grabara o tomara fotos, era como si fuésemos delincuentes porque los militares sí grabaron y fotografiaron todo”.
Resume que “llegaron con ese que entregaron, una urna sellada, con una caravana de funcionarios en vehículos del CODAI y militares de la Guardia Nacional; era un ejército de gente resguardando tanto la sala velatoria como el entierro”.
“La hermana de Rafael, que está casada y tiene tres hijos, estalló de indignación en el velorio, ella dijo, entre la frustración y la rabia, que no tenían certeza de que el del ataúd fuera su hermano. Un oficial del CODAI le contestó de manera grosera ‘aquí en mi celular tengo fotos del cadáver todo destrozado y si quiere se las muestro”, pero nunca las mostró”.
En el velorio y en el cementerio, “todo estuvo militarizado con funcionarios, unos de civil y otros uniformados. A la gente le pareció demasiado exagerada la presencia militar en ese pueblo tan pequeño, porque cuando el domingo íbamos al cementerio, llegaron muchos más militares del CODAI, la Guardia Nacional e Inteligencia Militar”.
Asegura que “funcionarios de inteligencia, incluso en la sala velatoria, estaban vigilando lo que se conversaba entre la gente; nosotros no podíamos ni hablar”.
“Oficiales de la Aviación grababan y tomaban fotos a todos los presentes, por eso muchos decidieron irse porque grababan a todos sin consentimiento. Hay que estar allí para sentir el acoso y la presión. Ni a los familiares permitieron grabar nada”.
Hicieron un homenaje en el funeral y en el cementerio le rindieron honores.
En una conversación que los padres de Guedez tuvieron con el general Tremont, les dijo que él estaba en la misma situación porque tampoco sabe dónde está su esposa y su hija. Les dijo que lamentaba mucho la muerte de Rafael, “a quien consideraba como un hijo” y que le ha afectado mucho.
Opacidad institucional
Los sargentos de tropa profesional de la Aviación Militar Rafael Guedez y su esposa Yormay Rivera.
Los Guedez González habitan en la población El Jarillal, Sanare, parroquia Pío Tamayo, municipio Andrés Eloy Blanco, estado Lara. El SM3 fallecido, padre de un niño de siete años, fruto de su primer matrimonio, estaba en segundas nupcias unido, desde hace dos años, a Yormay Rivera, también militar y miembro de la Tropa Profesional de la Aviación Militar de Venezuela.
“No perdemos las esperanzas de que aparezca con vida y aún la mantenemos, incluso sus padres. No mostraron fotos del cadáver de nada que podía dar indicios de que era su cuerpo”, insiste el familiar del militar desaparecido desde el accidente.
El Jarillal, donde vive la familia Guedez, es un pueblo de la parroquia Pío Tamayo, municipio Andrés Eloy Blanco, estado Lara.
“Los militares no publicaron nada, ahora vinieron a nombrarlo por el teatro que montaron para la entrega del supuesto cadáver, el pedazo de tripa y el cajón sellado”.
Luego del accidente de la aeronave, los padres del sargento viajaron, desde el estado Lara hasta Caracas, para saber lo que estaba ocurriendo con su hijo. El familiar que habló con Infobae destaca que “a los padres de Rafael les dijeron, casi bajo amenaza, que no podían contar ni decir nada de lo que estaba pasando. Estuvieron en Caracas en los primeros meses para finalmente decirles que no tenían ninguna respuesta sobre lo sucedido ni sobre Rafael”.
De la aeronave solo encontraron partes del fuselaje, según la Fuerza Armada
Explica que el sargento no dijo con quiénes estaba viajando, “quizá porque era algo de rutina acompañar a la familia de Tremont hacia Margarita y hacia varias partes del país tanto en avionetas como por tierra. Desde hace mucho tiempo ellos usan avionetas civiles para movilizarse”.
La única respuesta que recibieron de la FANB es que “está desaparecido. La avioneta desapareció del radar y no se sabe qué pasó, se perdió comunicación con ellos y hasta el sol de hoy no se sabe más nada”.
“Ni siquiera nombraron a Rafael en las publicaciones sobre el accidente. Nada, ni un obituario publicaron. Ese muchacho murió en servicio a la Fuerza Armada y solo parece que nos duele a nosotros su familia

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