El pan de jamón, uno de los protagonistas de la gastronomía navideña en Venezuela, cumple 120 años de historia documentada, consolidado como un emblema de la Navidad y un elemento de unión para las familias en todo el país. Su aroma entre dulce y salado y su característico relleno de cerdo, pasas y aceitunas lo mantienen como un infaltable en la mesa decembrina, mientras su tradición se fortalece tanto dentro como fuera del territorio nacional.
La cronología de este plato ha sido minuciosamente reconstruida por el periodista y cocinólogo Miro Popić, considerado un referente del periodismo culinario en relación con este producto. Su primera investigación sobre el tema quedó recogida en la obra “El libro del pan de jamón… y otros panes”, publicada en 1986 y posteriormente corregida, revisada y ampliada en 2014.
Según los estudios de Popić, el primer registro del pan de jamón data de diciembre de 1905 en un aviso de la panadería Ramella, ubicada en la esquina de Gradillas, en el centro de Caracas, donde se ofrecía “pan con jamón”. Al año siguiente, para la misma fecha, aparecieron ofrecimientos similares en otras panaderías caraqueñas, como Montauban & Cía. y Solís, de los hermanos Banchs. Luego comenzó a venderse como “pan de jamón”, que en esa etapa consistía únicamente en masa de harina de trigo con el embutido.
El plato evolucionó rápidamente. A los pocos años se incorporaron las uvas pasas, asociadas a la panadería Banchs, y posteriormente las aceitunas, ingredientes vinculados a la hallaca y al gusto adquirido de los primeros hispanos en Venezuela, de acuerdo con lo explicado por Popić. Estos elementos terminaron de configurar la receta que hoy se reconoce como tradicional.
El rigor investigativo permitió a Popić identificar al creador del pan de jamón, dato ausente en la primera edición de su libro. Se trata del doctor Lucas Ramella Martínez, nieto del fundador de la Panadería Ramella. Médico de profesión y luego panadero, regresó de Francia con innovaciones que aplicó en el negocio familiar. Sobre este origen, Popić reseñó que “a un médico se le ocurrió colocar trozos de jamón dentro de una masa de pan sobado, que era el mejor que se hacía en Caracas a comienzos del siglo pasado”. Este hallazgo consolida al pan de jamón como una creación de la industria panadera caraqueña.
Popić recordó que, a diferencia de la mayoría de los platos tradicionales venezolanos, el pan de jamón nació en el sector industrial y luego se propagó por la sociedad. También destacó que, debido a la presencia de venezolanos en distintos países, el plato ha comenzado a globalizarse, manteniendo las características que lo han convertido en un elemento central de la mesa navideña nacional.
Los descendientes de Lucas Ramella comparten esta visión sobre la relevancia histórica del producto. Susana Giménez, tataranieta del creador, afirmó en una entrevista reciente concedida a Plumrose que “quizá en ese momento no se tenía claro la repercusión en la historia que se iba a tener como tal, como un plato tradicional, pero sí definitivamente iba a marcar la diferencia de lo que en ese momento en el mercado existía”.
Para la familia Ramella, resulta significativo constatar el alcance actual del legado. Giménez señaló que es motivo de alegría “saber que el pan de jamón ha unido a todas las panaderías a lo largo del país y que motive a marcas tan reconocidas como Plumrose hace esta Ruta del Pan de Jamón que definitivamente también une a cada venezolano”.
La preservación de esta tradición recae en buena medida en los panaderos venezolanos y en los dueños de establecimientos que lo elaboran cada temporada. En este contexto, María Cecilia Loreto, gerente de Navidad de Plumrose, destacó la importancia de mantener la producción del pan de jamón por su significado para el país y por sus tres ingredientes base. “Alcanzar la séptima edición ininterrumpida de la Ruta del Pan de Jamón Plumrose es un hito que nos llena de orgullo, pues reafirma nuestro compromiso con las prácticas que nos definen. La tradición del pan de jamón no debe perderse, sin importar en el lugar del mundo en el cual se encuentre un venezolano, debe estar presente”, indicó.
Loreto añadió que “el propósito fundamental de la Ruta del Pan de Jamón Plumrose es enaltecer la labor incansable de nuestros maestros panaderos, quienes con mística y calidad transforman ingredientes de excelencia en el corazón de la mesa navideña año tras año”. Sobre la edición de este año, precisó: “En este 2025, nos emociona haber expandido este recorrido al interior del país, llevando la alegría y el sabor de Plumrose a más rincones de Venezuela, en esta ocasión específicamente además de haber estado en Caracas y Maracay, también fuimos por primera vez a Barquisimeto y Maracaibo, un cierre excelente para la actividad este año y que nos permitió celebrar junto a las familias un producto tan icónico, delicioso y auténticamente nuestro”.
Durante esta edición de la Ruta del Pan de Jamón Plumrose 2025 se visitaron más de 50 establecimientos que elaboran y comercializan este producto. La iniciativa contó también con la participación de Juan Carlos Bruzual, director de IEPAN, quien ratificó lo señalado por Popić en cuanto a la singularidad de esta tradición, al tratarse de un plato que nace en la industria y no en la cocina doméstica, como ocurre con otros platos venezolanos. Bruzual subrayó que, por este motivo, los expertos deben preservarlo con honestidad y profesionalismo.
Las más de 50 panaderías visitadas durante el recorrido de este año muestran la diversidad de historias que acompañan al pan de jamón en el país. Muchos maestros panaderos y dueños de panaderías coinciden en que la principal motivación para mantener el legado de Ramella es llevar el producto a la mesa de los seres queridos y elaborarlo con dedicación, con el fin de obtener un resultado especial que pueda ser compartido y disfrutado por familiares y amigos. Para muchos de ellos, este pan representa un símbolo de unión y del calor del hogar.
La dimensión identitaria del pan de jamón también fue resaltada por Isaías Landaeta, fotógrafo y viajero, quien sostuvo que su importancia es profundamente ligada a la identidad nacional, al considerar que la gastronomía funciona como un puente para conocer un país, su historia, su territorio y sus influencias.
Al ser un elemento representativo para los venezolanos, la conservación del pan de jamón desde su creación y su permanencia en las mesas navideñas adquiere un valor particular. Más allá de las diferentes versiones de la receta que se degustan en la actualidad, lo señalado por los especialistas y protagonistas de esta tradición coincide en un punto: se trata de una costumbre que se mantiene desde hace 120 años.
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