El mercado cambiario en Venezuela ha vuelto a experimentar tensiones tras un periodo de relativa estabilidad. La brecha entre el precio oficial del dólar, fijado por el Banco Central de Venezuela (BCV), y el ‘dólar paralelo’ ha resurgido, trayendo consigo un problema que parecía haber sido superado: el uso de distintas tasas de cambio en el comercio, incluso en establecimientos formales, que se amparan en la cotización extraoficial de la divisa.
En la actualidad, el valor del dólar en el mercado paralelo se eleva hasta los 44 bolívares, superando por siete unidades el precio oficial de 36,9 bolívares. Esta situación obliga al comercio, según directrices del gobierno chavista, a utilizar el tipo de cambio oficial para todas las transacciones de bienes y servicios, que en su mayoría están denominados en dólares, debido a la hiperinflación que azotó al país hasta 2021.
En respuesta a esta disyuntiva, la Superintendencia para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) implementó el “Plan Nacional de Verificación del Cumplimiento de la Tasa” del BCV. Este plan, acompañado de una fuerza fiscalizadora activa, busca asegurar que los comercios cumplan con la tasa oficial, la cual se ha mantenido alrededor de los 36 bolívares desde enero. No obstante, ciudadanos han utilizado redes sociales para denunciar el incumplimiento de esta normativa.
En diversas zonas comerciales de Caracas, varias tiendas no exhiben el cartel obligatorio con la tasa oficial del BCV y aplican tipos de cambio entre 37 y 40 bolívares, mientras que vendedores informales alcanzan cotizaciones de hasta 42 bolívares.
Un comerciante de una zapatería, quien prefirió mantener el anonimato, justificó que calcula el dólar a 40 bolívares debido a que sus proveedores le cobran la mercancía a una tasa de 43 o 44 bolívares, según la fluctuación del mercado paralelo. «A los grandes mayoristas tienes que pagarles en paralelo para que te den mercancía», aseguró, explicando que debe ajustar el precio para mantenerse competitivo.
A pesar de estos movimientos, Ana Rosa Blanco, una ama de casa, expresó su inconformidad al notar que distintos locales cobran en diferentes tasas, afirmando que todos «tienen que cobrar a como está» reflejado oficialmente por el BCV.
Fuera de la capital, en estados como Trujillo y Zulia, se observa una práctica similar con tasas paralelas que a menudo no se publicitan, comunicándose verbalmente al cliente interesado, sin dejar registros de la variación.
En este contexto, Consecomercio, el Consejo Nacional del Comercio y los Servicios, ha instado públicamente a los consumidores a exigir el cumplimiento de la normativa y ha destacado la importancia de mantener visible el indicador oficial del BCV para garantizar la transparencia en las transacciones.
Cortesía EFE