Hoy el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) celebra su 80º aniversario, una fecha que debería simbolizar décadas de protección y bienestar para los venezolanos. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Para los jubilados que sobreviven con apenas 3 dólares mensuales y los ciudadanos que buscan atención en un sistema de salud colapsado, no hay mucho que celebrar.
El IVSS alguna vez fue un pilar fundamental de la seguridad social en Venezuela, ofreciendo atención médica y apoyo económico a millones de personas. Pero, tras la llegada de la llamada Revolución, la calidad de los servicios ha caído en picada. Lo que antes era una red de protección social sólida, hoy se ha convertido en una maraña de promesas incumplidas, falta de medicamentos y hospitales sin insumos.
Los pensionados, quienes deberían disfrutar de una jubilación digna, se encuentran luchando por sobrevivir con un ingreso que apenas alcanza para un café. Mientras tanto, los centros de salud del IVSS, que antaño ofrecían atención de calidad, ahora no sirven ni para lo básico. Las filas interminables para medicamentos que no existen y los médicos que se enfrentan a la falta de recursos son el nuevo rostro del instituto.
Irónicamente, se sigue hablando de “un compromiso con la salud y el bienestar del pueblo venezolano”. Un compromiso que, a simple vista, parece haberse quedado solo en palabras. La triste realidad es que el IVSS, bajo la gestión de las últimas dos décadas, se ha convertido en un reflejo del deterioro generalizado del país. Lo que alguna vez fue un sistema de seguridad social ejemplar, hoy está desmoronado, incapaz de cumplir su propósito.
Así, mientras las autoridades celebran con bombos y platillos 80 años del IVSS, millones de venezolanos se preguntan qué es exactamente lo que se está celebrando. Porque para ellos, el aniversario solo recuerda cómo una institución que una vez fue un apoyo indispensable se ha transformado en una entidad incapaz de ofrecer ni siquiera lo más básico para vivir dignamente.
