Cada octubre, el mundo se une bajo el emblema del lazo rosa para destacar la importancia de la prevención y tratamiento del cáncer de mama. A las prácticas habituales como los chequeos médicos y la detección temprana, se suma el ejercicio físico, una herramienta que ha ganado reconocimiento en la comunidad científica por sus beneficios en la lucha contra esta enfermedad.
Estudios recientes subrayan que mantenerse físicamente activo no solo disminuye el riesgo de desarrollar cáncer de mama, sino que también mejora la calidad de vida y el pronóstico para quienes lo enfrentan. La actividad física regular se ha relacionado con una reducción significativa del riesgo, especialmente en mujeres postmenopáusicas, al regular los niveles hormonales, reducir la inflamación crónica, fortalecer el sistema inmunológico y ayudar en el control del peso corporal, factores todos que contribuyen a disminuir el riesgo de cáncer.
Durante el tratamiento del cáncer de mama, los efectos negativos no se limitan al ámbito físico, extendiéndose al emocional y funcional. Las pacientes que se someten a tratamientos como la quimioterapia o la radioterapia pueden experimentar fatiga extrema, pérdida de masa muscular, linfedema, ansiedad y depresión. Sin embargo, se ha demostrado que el ejercicio supervisado puede mitigar estos efectos adversos, permitiendo una mejor tolerancia al tratamiento y una mayor adherencia a los ciclos terapéuticos, elevando el pronóstico general de las pacientes.
En un contexto donde el estrés y el sedentarismo están en aumento, el ejercicio físico no solo es una recomendación médica, sino una filosofía de vida que puede transformar el bienestar integral. Gold’s Gym Venezuela se compromete a impulsar esta filosofía, ofreciendo a la comunidad un espacio donde el ejercicio se convierte en un aliado crucial para la salud y recuperación.
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