Los trastornos del sueño pueden ser una de las primeras señales del trastorno del espectro autista (TEA) en la infancia, según indican especialistas. Alrededor del 50 al 80% de los niños con TEA presentan dificultades para dormir, las cuales se agravan con el tiempo si no se abordan de manera adecuada. Estos problemas representan la primera manifestación de autismo en algunos casos, según el doctor Óscar González, neurólogo del Grupo Médico Santa Paula (GMSP).
El doctor González explicó que los niños con trastornos del neurodesarrollo muestran una alta prevalencia de alteraciones del sueño en comparación con sus pares neurotípicos. Mientras que entre el 25 y 30% de los niños neurotípicos pueden experimentar problemas de sueño, estos se presentan en un porcentaje mucho mayor en niños con TEA.
Los trastornos del sueño en niños con TEA pueden incluir dificultades para iniciar el sueño, despertares nocturnos frecuentes, somnolencia diurna y apnea obstructiva, entre otros. Estas alteraciones afectan no solo al niño, sino también al entorno familiar, correlacionándose con un mayor estrés en los padres. González destacó que estos trastornos pueden generar distracción, irritabilidad y ansiedad en los menores.
El enfoque para tratar estos problemas requiere un tratamiento multimodal, que incluye intervenciones médicas, farmacológicas y conductuales. Según el doctor, es esencial adaptar el tratamiento a las necesidades individuales de cada paciente. En el GMSP, se cuenta con un equipo multidisciplinario y tecnología avanzada para brindar atención a personas con TEA y sus familias.
El tratamiento puede incluir medicación, como melatonina y antihistamínicos, junto con prácticas conductuales para mejorar la higiene del sueño. Además, se enfatiza la importancia de controlar el uso de dispositivos electrónicos y mantener una dieta equilibrada para optimizar el descanso nocturno.
En resumen, los problemas de sueño en la infancia pueden ser un síntoma temprano de autismo, y su identificación y tratamiento son fundamentales para mejorar la calidad de vida de los niños afectados y sus familias. La atención integral y el seguimiento continuado por parte de profesionales de salud especializados son claves para abordar estos desafíos de manera efectiva.
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