En el marco de la conmemoración de los 414 años del Santo Cristo de La Grita, Monseñor Mario Moronta, obispo de la Diócesis de San Cristóbal, se dirigió a los asistentes de la misa con un mensaje claro sobre la necesidad de unidad y respeto en tiempos de crisis.
La misa, marcada por la tensión social y política debido a las recientes protestas contra el fraude electoral, se convirtió en un espacio de reflexión sobre la situación del país.
«Lo ofenden a uno. Pero ya basta de que a nosotros nos puedan aplicar la ley contra el odio, pero no se la aplican a quien habla mal de todos nosotros y de su pueblo. La ley es para todos», afirmó Moronta, palabras que desataron aplausos y vítores entre la congregación, en contraste con la reacción contenida de las autoridades presentes.
El obispo hizo hincapié en la importancia de reconocer al pueblo como el verdadero protagonista de la democracia. «¿Acaso no es el momento de entender que el único y verdadero protagonista de la democracia es el pueblo y nadie es dueño de ella, ni los del gobierno ni los de la oposición? Somos servidores de la misma», sentenció.
Moronta también lamentó el enfoque de las autoridades en la persecución de jóvenes y colectivos vulnerables, en lugar de abordar las verdaderas problemáticas del país. «No es el momento de que, en vez de inventar falsos positivos y promover persecuciones que comprometen la vida de los jóvenes, se persiga a los irregulares que invaden nuestros campos, a los mafiosos que esclavizan a tantos adolescentes con el narcotráfico y la trata de personas».
El obispo expresó su preocupación por la situación de los jóvenes encarcelados injustamente. «Un verdadero católico no persigue a sus hermanos porque piensen de manera diversa, inventando narrativas que no corresponden a la realidad. Muchos de los jóvenes que han sido puestos presos no son terroristas», dijo Moronta, reafirmando el llamado a la justicia y al amor fraternal.
Al concluir su homilía, Monseñor Moronta recordó a la congregación las enseñanzas del evangelio: «Lo que se le haga a un hermano se le está haciendo al mismo Cristo». Su llamado a la reflexión resonó profundamente entre los presentes.