El líder bielorruso, Alexandr Lukashenko, ha comenzado su séptimo mandato ininterrumpido como presidente de Bielorrusia, tras jurar el cargo en una ceremonia llevada a cabo en el Palacio de la Independencia en Minsk. Este nuevo periodo presidencial se extenderá hasta el año 2030, consolidando su control sobre el país desde 1994.
Durante la ceremonia, Lukashenko afirmó una vez más su compromiso con el pueblo bielorruso, declarando: «Vuestro presidente nunca os abandonó ni os abandonará, no os traicionará y no huirá. Sois toda mi vida». Este juramento simboliza la continuidad de su gobierno, tras las elecciones presidenciales del pasado 26 de enero en las que, según la Comisión Electoral de Bielorrusia, obtuvo el 86,82% de los votos.
Reelección y Desafíos
Al referirse a su reelección, Lukashenko describió su victoria no solo como un logro personal, sino también como un triunfo compartido con millones de bielorrusos. Expresó que el país había pasado una «encrucijada histórica» con seguridad y sabiduría, manteniéndose en el camino que ha seguido durante un tercio de siglo.
No obstante, las elecciones no estuvieron exentas de controversia. A raíz de su reelección, se registraron protestas masivas en verano de 2020, reflejando un descontento significativo con su gobierno autoritario. En respuesta a estas manifestaciones, Lukashenko manifestó su rechazo a utilizar la libertad de expresión como herramienta para desestabilizar el país, declarando que en Bielorrusia hay «más democracia que en aquellos que se proclaman sus defensores».
Acusaciones de Influencias Extranjeras
Lukashenko también hizo referencia a supuestos financiamientos extranjeros detrás de las protestas, sugiriendo que habían sido respaldadas por entidades estadounidenses como la USAID y la NED. Afirmó que las investigaciones de la administración de Donald Trump revelaron casos evidentes de apoyo a golpes de Estado y revoluciones de color en todo el mundo, incluyendo Bielorrusia en 2020.
Denunció las manifestaciones como un «motín», y expresó que, a pesar de las dificultades y las presiones externas, estas situaciones fortalecieron al gobierno, enseñando a los bielorrusos a «valorar y defender aquello que tienen».
Perspectiva Futura
El presidente bielorruso cerró su discurso aludiendo a los problemas sufridos por el país, como la situación económica, la pandemia, y las protestas, atribuyéndolos a los «juegos globales» de quienes se sienten con derecho a imponer su voluntad en todo el mundo. La visión de Lukashenko para su nuevo mandato se centra en preservar la estabilidad y la soberanía de Bielorrusia frente a influencias externas.
Este séptimo mandato de Lukashenko marca una continuidad significativa en la política bielorrusa, con un horizonte amplio hasta el año 2030, un periodo durante el cual se espera que mantenga sus políticas de gobernanza y busque consolidar aún más su influencia en el país.
EFE