Las autoridades de Birmania han proporcionado un informe preliminar sobre el devastador terremoto que azotó el centro-norte del país el pasado viernes. Según las cifras difundidas por la junta militar, al menos 1.002 personas han perdido la vida, 2.376 resultaron heridas y 30 permanecen desaparecidas. El sismo afectó principalmente las regiones de Mandalay y Sagaing, con el epicentro localizado entre ambas ciudades.
La magnitud de la tragedia se hizo visible a través de un comunicado emitido por la televisión estatal, MRTV, en su canal de Telegram. Inicialmente, Mandalay, la segunda ciudad más grande de Birmania, reportó cerca de 700 fallecidos. El líder de la junta, Min Aung Hlaing, visitó Mandalay para evaluar los daños y se informó que aún se están recopilando datos sobre el impacto total.
El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) registró el temblor el viernes a las 12:50 hora local, con una profundidad de 10 kilómetros. Frente a esta catástrofe, las fuerzas armadas, que desde el golpe de Estado de 2021 han mantenido el control del país, declararon el estado de emergencia en seis regiones: Sagaing, Mandalay, Magway, Shan, Naipyidó y Bago.
Birmania enfrenta una crisis económica y social desde el golpe de Estado, con constantes enfrentamientos entre el ejército y grupos guerrilleros prodemocráticos que complican el acceso y la distribución de ayuda humanitaria. En un gesto poco frecuente, la junta militar solicitó apoyo internacional tras declarar el estado de emergencia.
Sin embargo, el relator de Naciones Unidas para Birmania, Tom Andrews, alertó sobre la instrumentalización de la ayuda por parte de las autoridades militares, instando a la comunidad internacional a canalizarla a través de la oposición democrática.
Este sismo añade una capa más de sufrimiento a un país ya sumido en el conflicto y la inestabilidad, haciendo evidente la necesidad de un enfoque coordinado y humanitario para abordar las consecuencias de esta tragedia natural.
EFE
