El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva ha decidido no reconocer la victoria de Nicolás Maduro en las elecciones del pasado 28 de julio en Venezuela, optando por enviar a su embajadora en Caracas, Glivânia Maria de Oliveira, a la ceremonia de investidura presidencial. La frialdad entre ambos líderes, alguna vez cercanos, se ha intensificado tras la negativa de Maduro a presentar las actas electorales que demostrarían la transparencia de los comicios.
El 10 de enero marca la fecha en que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, planea asumir su tercer mandato en medio de un conflicto político con el líder opositor, Edmundo González Urrutia, quien también afirma ser el legítimo jefe de Estado. La ausencia de Lula en la ceremonia subraya un distanciamiento diplomático entre Brasil y Venezuela, reflejado en la falta de invitaciones formales al mandatario brasileño, recibiendo solo un llamado general al cuerpo diplomático de Brasil.
En una entrevista en septiembre, Lula expresó su decepción con el comportamiento de Maduro, y su asesor especial, Celso Amorim, confirmó que Lula no asistiría a la toma de posesión. Leonardo Paz Neves, politólogo de la Fundación Getúlio Vargas, consideró que enviar a la embajadora representa un mensaje claro de la tensión en las relaciones, describiéndola como el nivel más bajo de representación institucional.
A pesar de la falta de reconocimiento oficial de la victoria de Maduro o de González por parte de Brasil, Lula ha mantenido abierta la embajada en Caracas, reconociendo la importancia de los canales diplomáticos. Los lazos comerciales entre ambos países, que comparten 2.200 kilómetros de frontera, reflejan intereses comunes significativos.
Desde el destitución de Dilma Rousseff en 2016, la relación entre Brasil y Venezuela se ha deteriorado, especialmente durante el mandato del expresidente Jair Bolsonaro, quien reconoció a Juan Guaidó como presidente interino. Lula, sin embargo, restableció las relaciones diplomáticas en enero de 2023, apoyando al gobierno de Maduro.
El contexto regional es complejo. El presidente chileno Gabriel Boric ha sido crítico con Maduro, retirando a su embajador por considerar un fraude electoral en Venezuela. Al mismo tiempo, la influencia de Estados Unidos es evidente, con Donald Trump próximo a asumir la presidencia, lo que podría alterar las dinámicas geopolíticas.
En este clima de incertidumbre, Edmundo González Urrutia sigue buscando apoyo internacional, mientras que en Venezuela las detenciones y protestas son frecuentes. La situación plantea interrogantes sobre el papel que podría jugar Lula en un posible diálogo o mediación, especialmente si las tensiones escalan.
El futuro de las relaciones entre Brasil y Venezuela parece incierto, pero Lula mantiene la puerta abierta a la diplomacia, reconociendo la necesidad de una relación cordial aunque tensa. En última instancia, la estabilidad regional y el bienestar de las poblaciones en ambos países dependen de decisiones estratégicas que aún están por tomarse.
El Nacional
