Miles de personas se movilizan este domingo en Mandalay, en el centro de Myanmar, en busca de sobrevivientes tras el potente terremoto de magnitud 7,7 que sacudió al país el pasado viernes. El fenómeno sísmico ha dejado al menos 1.644 muertos y 3.408 heridos, de acuerdo con el balance oficial divulgado por la junta militar.
El terremoto se originó a las 12:50 hora local, con epicentro en la ciudad de Sagaing, y fue seguido por una réplica de magnitud 6,7, intensificando los daños estructurales. Las regiones más gravemente afectadas incluyen Mandalay y sus alrededores, donde numerosos edificios, casas, templos y puentes han colapsado.
La Cruz Roja ha alertado que más de 90 personas podrían estar atrapadas en un edificio residencial de doce pisos en Mandalay. El sistema sanitario, ya debilitado por el conflicto civil y el aislamiento internacional tras el golpe militar de 2021, enfrenta una severa escasez de insumos médicos, según el informe de la ONU del sábado.
En el vecino país de Tailandia, el terremoto también se cobró 17 vidas y se sintió con fuerza en la capital, Bangkok, a más de 1.000 kilómetros del epicentro.
El líder de la junta militar, Min Aung Hlaing, ha solicitado ayuda internacional, instando a «cualquier país, cualquier organización» a colaborar. La respuesta global ya ha comenzado: India ha enviado insumos de emergencia, China ha despachado 82 rescatistas, y Corea del Sur, Malasia y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han ofrecido su apoyo.
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, calificó la situación como «terrible» y aseguró que Washington brindará asistencia. Desde China, el líder del régimen Xi Jinping expresó «su profunda tristeza» al líder de la junta birmana.
Debido a los daños sufridos por el hospital central en la capital administrativa, Naipyidó, centenares de heridos reciben atención médica al aire libre. Mientras tanto, en Rangún, la ciudad más poblada del país, la llegada de suministros procedentes de India ha marcado el inicio de los esfuerzos de asistencia internacional.
Las réplicas constantes han complicado las labores de rescate, obligando a los equipos de emergencia a evacuar áreas inestables. En Mandalay, los residentes buscan sobrevivientes por su cuenta entre los escombros.
Win Lwin, un comerciante local, relató: «Unas siete personas murieron aquí. Estoy buscando más, pero no sé si habrá sobrevivientes».
Este desastre natural agudiza una crisis humanitaria ya existente. La ONU advierte que 3,5 millones de personas se encuentran desplazadas por el conflicto interno, y que 15 millones podrían enfrentar hambre en 2025. La falta de comunicaciones fiables impide conocer con certeza la magnitud real del desastre.
En Tailandia, las autoridades informaron que más de 2.000 edificios resultaron dañados y que en Bangkok un edificio en construcción de 30 pisos colapsó. Los rescatistas han desplegado drones térmicos para localizar posibles sobrevivientes entre los escombros. Además, unas 400 personas pasaron la noche en parques públicos tras ser evacuadas de sus viviendas por seguridad.
La situación permanece inestable, con el temor latente de nuevos colapsos, mientras Myanmar enfrenta su mayor desastre natural en años, agravado por la emergencia prolongada derivada del conflicto político y humanitario que atraviesa el país desde el golpe de Estado de 2021.
AFP