La región del Catatumbo, situada en el noreste de Colombia, atraviesa la peor crisis humanitaria de su historia reciente, con casi 85.000 personas afectadas. Los enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Frente 33 de las disidencias de las FARC han intensificado la violencia desde mediados de enero, provocando un desplazamiento masivo de la población civil.
Según la representante de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Colombia, Mireille Girard, hasta el 14 de febrero se registraron 84.621 afectados, principalmente desplazados por la violencia guerrillera. Girard destacó que la situación ha generado el mayor desplazamiento masivo registrado en Colombia, con comunidades enteras confinadas y con movilidad restringida. Estos grupos enfrentan serias dificultades para acceder a alimentos, atención médica y ayuda humanitaria.
Las cifras de ACNUR son reveladoras: 52.286 personas desplazadas, 19.000 con restricciones de movilidad, 8.668 confinadas y 4.667 refugiados y migrantes venezolanos. Además, se reportan al menos 56 fallecidos como consecuencia de los enfrentamientos.
Impacto en Comunidades Indígenas y Niños
Las comunidades indígenas, como los yukpa y barí, son particularmente vulnerables ante esta crisis. Estas comunidades, que habitan en zonas fronterizas entre Colombia y Venezuela, se encuentran en condiciones desventajosas debido a la intensidad del conflicto. Mireille Girard subraya que los niños son otra de las poblaciones gravemente afectadas, ya que la violencia ha obligado a los profesores a huir, dejando a los menores sin acceso a la educación.
«Es una situación extremadamente preocupante para las comunidades de estas zonas, en particular la afectación a las personas indígenas y afro que se encuentran desproporcionadamente impactadas», afirmó Girard.
Aunque las autoridades locales han realizado esfuerzos significativos para mitigar el impacto de la crisis, los recursos se han agotado rápidamente. Girard enfatizó la necesidad de una presencia estatal robusta para proporcionar servicios y protección a las comunidades afectadas y abogó por el cese de las hostilidades para que las comunidades del Catatumbo puedan vivir en paz.
Es crucial apoyar a los desplazados que se encuentran en Cúcuta, Ocaña, Tibú, y hasta aquellos que han llegado a Medellín o Bogotá. La función de ACNUR ha sido vital, coordinando con entidades locales y ofreciendo más de 40.000 kits de higiene personal a desplazados y confinados.
La situación en el Catatumbo no solo representa una crisis humanitaria inmediata, sino que también requiere una respuesta sostenida para brindar la asistencia necesaria a las comunidades afectadas. La prioridad es garantizar que aquellos que han perdido sus hogares y medios de vida puedan, si así lo desean, regresar de manera segura a sus lugares de origen y reconstruir sus vidas.