El Papa Francisco pidió este jueves el respeto de los derechos de todos los venezolanos, incluidos aquellos que han sido arrestados en los últimos meses, y expresó su deseo de que se inicien negociaciones para el «bien común del país». Esto lo mencionó durante su tradicional discurso de inicio de año a los embajadores de los países acreditados ante la Santa Sede.
En el extenso discurso, un colaborador del Papa fue quien lo leyó, ya que él explicó que sigue «resfriado». En su alocución, el pontífice repasó las guerras y la situación mundial, mencionando a Venezuela y la «grave crisis política en la que se debate».
El Papa aseguró que «esta podrá ser superada solo con la adhesión sincera a los valores de la verdad, de la justicia y de la libertad, a través del respeto a la vida, a la dignidad y a los derechos de cada persona, incluidos aquellos que han sido arrestados a causa de los sucesos de los últimos meses».
También abogó por superar la situación mediante el «rechazo de cualquier tipo de violencia» y expresó su deseo por el «comienzo de negociaciones de buena fe que culminen en el bien común del país».
Francisco también mencionó a Bolivia, que está atravesando una preocupante situación política, social y económica, y a Colombia, deseando que «con la ayuda de todos se pueda superar la multiplicidad de los conflictos que afectan al país desde hace demasiado tiempo».
Garantizar la libertad religiosa en Nicaragua
El pontífice se refirió también a la situación en Nicaragua ante los 184 embajadores de los países con los que el Vaticano mantiene relaciones diplomáticas, subrayando que «la Santa Sede, está siempre dispuesta a un diálogo respetuoso y constructivo».
Mostró su preocupación por las «medidas adoptadas con respecto a personas e instituciones de la Iglesia» en Nicaragua, donde han sido arrestados y expulsados sacerdotes y obispos, y se han interrumpido relaciones diplomáticas.
Francisco instó a que «sea garantizada adecuadamente la libertad religiosa y los demás derechos fundamentales a todos».
Finalmente, destacó que «efectivamente, no hay verdadera paz si no viene garantizada también la libertad religiosa, que implica el respeto a la conciencia de los individuos y la posibilidad de manifestar públicamente la propia fe y pertenencia a una comunidad».