El Estado Islámico ha reivindicado la decapitación de ocho cristianos en la aldea de Mangurudjipa, en la provincia de Lubero, República Democrática del Congo, durante un ataque realizado el pasado miércoles. Este suceso es parte de la campaña «Derribar la Cruz», con la que el grupo terrorista ha extendido sus ataques desde Oriente Medio hasta el África subsahariana.
En un comunicado divulgado a través de sus canales propagandísticos, el Estado Islámico afirmó que los «soldados del Califato atacaron la aldea cristiana […] y decapitaron a ocho cristianos mientras el resto huía». Sin embargo, medios congoleños aseguran que el número de víctimas fatales es de siete.
La región de Nord-Kivu e Ituri, en el este del Congo, ha sido escenario recurrente de masacres contra comunidades cristianas perpetradas por las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), aliadas del Estado Islámico desde 2019. En los últimos meses, tales ataques han resultado en la devastación de varias aldeas y el desplazamiento de miles de personas, con numerosos asesinatos y secuestros.
A pesar de la gravedad de la situación, la respuesta de la comunidad internacional ha sido, hasta ahora, limitada. Organismos como la ONU y la Unión Africana han emitido declaraciones generales, sin implementar acciones directas para mitigar la violencia. Varias ONG han calificado la situación como un «genocidio cristiano encubierto».
El ataque resalta la alarmante falta de protección para las comunidades cristianas en el Congo, que enfrentan una amenaza constante sin respuesta efectiva de la comunidad global. Mientras tanto, la ofensiva del Estado Islámico continúa, sumiendo a estas poblaciones en un estado constante de terror y precariedad.
La Gaceta
