Hija de María Corina Machado recibe ovación de pie al leer su discurso en la recepción del Premio Nobel de la Paz 2025

Espiga Noticias webmaster
Publicada: diciembre 10, 2025

La líder democrática venezolana María Corina Machado fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz 2025 y, aunque no logró llegar a la ceremonia de entrega, su discurso de aceptación fue leído en Oslo por su hija, Ana Corina Sosa Machado, quien recibió una ovación de pie del auditorio al concluir la lectura del texto preparado por la dirigente. Se espera que Machado arribe a la capital noruega esta noche o a primera hora del jueves (hora local) para recibir el galardón, dotado de una medalla de oro, un diploma y 1,2 millones de dólares.

El discurso, difundido íntegramente, fue presentado por el Comité Noruego del Nobel como la intervención oficial de aceptación del premio. En él, María Corina Machado se definió como “una voz entre millones de venezolanos que se han levantado una vez más para reclamar el destino que siempre les ha pertenecido” y enmarcó su mensaje en “la historia de un pueblo y su larga marcha hacia la libertad”.

Machado trazó un recorrido histórico desde el origen republicano de Venezuela hasta la situación actual del país. Recordó que en 1811 se redactó “la primera constitución del mundo hispano, una de las primeras constituciones republicanas de la Tierra”, en la que se afirmó “que cada ser humano posee una dignidad soberana” y se consagraron “la ciudadanía, los derechos individuales, la libertad religiosa y la separación de poderes”. Describió el siglo XX venezolano como un período de expansión económica y social impulsado por el petróleo, con la erradicación de enfermedades, la creación de universidades, museos y salas de conciertos, el envío de miles de jóvenes a estudiar en el exterior y el desarrollo de industrias como el acero, el aluminio y la hidroelectricidad.

En su repaso, subrayó además el papel de Venezuela como país de acogida para migrantes y exiliados de España, Italia, Portugal, comunidades judías, ciudadanos de Chile, Argentina, Uruguay, Cuba, Colombia, Líbano y Siria, a quienes, según el discurso, se ofrecieron “hogar, escuela y seguridad”, integrándose todos “como venezolanos”. “Esta es Venezuela”, afirmó el texto al resumir esa etapa.

El discurso ubicó el deterioro institucional a partir de la concentración de la renta petrolera en manos del Estado, que, de acuerdo con Machado, generó “incentivos perversos” y derivó en “privilegios, clientelismo y corrupción”. Señaló que el “cabecilla de un golpe militar contra la democracia fue elegido presidente” y que, desde 1999, el régimen “se dedicó a desmantelar nuestra democracia: violó la Constitución, falsificó nuestra historia, corrompió a las Fuerzas Armadas, purgó a los jueces independientes, censuró a la prensa, manipuló las elecciones, persiguió la disidencia y devastó nuestra biodiversidad”.

Machado afirmó que, durante los años del régimen, Venezuela recibió “más ingresos petroleros que en todo el siglo anterior”, pero denunció “una corrupción obscena, un saqueo histórico” y el uso del dinero del petróleo “para comprar lealtades en el exterior”, mientras “el Estado se fusionaba con el crimen organizado y con grupos terroristas internacionales”. Según el discurso, la economía “colapsó más de un ochenta por ciento”, la pobreza “superó el ochenta y seis por ciento” y “nueve millones de venezolanos se vieron obligados a huir”. “No son solo cifras; son heridas abiertas”, se afirmó.

El texto describió un “método calculado” para dividir a la sociedad venezolana “por nuestras ideas, por raza, por origen, por la forma de vida”, con el objetivo de provocar desconfianza, silencio, encarcelamiento, muerte y exilio. En ese contexto, Machado relató casi tres décadas de “lucha contra una dictadura brutal” en las que, según su intervención, se intentaron “diálogos traicionados, protestas multitudinarias reprimidas, elecciones manipuladas”.

Frente a ese escenario, la dirigente relató el proceso de organización de la elección primaria opositora como “un acto de rebelión improbable” y “un paso que parecía pequeño, casi burocrático” que, según dijo, “cambió el rumbo” de la historia reciente del país. Explicó que, para “reencontrarse”, su movimiento recorrió el país “en una Venezuela sin gasolina, con apagones diarios y con las comunicaciones colapsadas”, sin recursos ni publicidad y “sin medios de comunicación dispuestos a mencionar nuestros nombres”, apoyándose en el “boca a boca” como “red de esperanza”.

El discurso incluyó episodios específicos ocurridos durante la campaña. En mayo de 2023, en un acto en Nirgua, estado Yaracuy, Machado relató el testimonio de una maestra llamada Carmen, quien le informó que una operadora del régimen a cargo de la distribución de alimentos había asistido al evento por petición de su hijo migrante en Perú. “Ese día, el amor venció al miedo”, sostuvo. Otro caso descrito fue el de Delicias, un caserío “tomado por la guerrilla colombiana y por el narcotráfico”, donde, según el relato, la población alzó banderas de Venezuela en sus casas pese al riesgo. “Ese día, el coraje venció a la opresión”, afirmó el texto al describir el canto del himno nacional como un acto de reafirmación de la soberanía.

Machado presentó las primarias como “un esfuerzo cívico y autogestionado” que permitió “unir a todas las fuerzas democráticas y recuperar la confianza en el voto”. El 22 de octubre de 2023, de acuerdo con su discurso, “contra todo pronóstico, Venezuela despertó” y la diáspora, que describió como “un tercio de la nación”, reclamó su derecho a votar, generando filas extensas en los centros de votación. A partir de ese proceso, afirmó haber recibido “un mandato, una responsabilidad que trascendía cualquier ambición personal”.

El texto señaló que el régimen le prohibió postularse a la Presidencia, pero sostuvo que “los mandatos no pertenecen a las personas, pertenecen al pueblo”, y relató la selección de Edmundo González Urrutia como candidato, presentado como “un diplomático sereno y valiente”. Según el discurso, el oficialismo subestimó su figura, mientras “comunidades, partidos políticos, sindicatos, estudiantes y sociedad civil” se articularon en torno a su candidatura.

En la preparación para la elección presidencial del 28 de julio de 2024, Machado describió la creación de “la infraestructura” para defender los votos: “seiscientos mil voluntarios en treinta mil centros de votación, aplicaciones para escanear códigos QR, plataformas digitales y centros de llamadas desde la diáspora”. Mencionó el despliegue de “escáneres, antenas de Starlink y computadoras escondidas en camiones de frutas” para llegar a zonas remotas y sesiones de entrenamiento “en secreto, al amanecer, en salones prestados por las iglesias, en sótanos y en cocinas”.

Sobre la jornada electoral, el discurso relató que, antes del amanecer, ya había “filas que daban la vuelta a las cuadras” y un sistema de seguimiento en tiempo real que mostraba una alta participación. Indicó que las actas electorales comenzaron a recibirse “por teléfono, luego por mensajes, después en fotografías, más tarde escaneadas y finalmente llevadas a pie, en moto, en mula o incluso en canoa”, y que ciudadanos “arriesgaban su libertad para proteger aquellas actas”.

Machado afirmó que Edmundo González “ganó con el sesenta y siete por ciento de los votos, en cada estado, ciudad y pueblo” y que todas las actas “contaban la misma historia”, lo que permitió digitalizarlas y publicarlas “en cuestión de horas” en una página web. Según su relato, la reacción del régimen fue “aplicando el terror”: “dos mil quinientas personas fueron secuestradas, desaparecidas o torturadas”, se marcaron casas y se tomaron “familias enteras como rehenes”, incluidos “sacerdotes, maestros, enfermeras, estudiantes”, perseguidos por compartir actas electorales. El discurso calificó estos hechos como “crímenes de lesa humanidad, documentados por las Naciones Unidas; terrorismo de Estado, usado para enterrar la voluntad del pueblo”.

En relación con las detenciones posteriores, Machado denunció que “a más de doscientos veinte adolescentes detenidos tras las elecciones los electrocutaron, golpearon y asfixiaron hasta forzarlos a decir la mentira que el régimen necesitaba difundir: que habían sido pagados por mí para protestar”. Afirmó que “mujeres y adolescentes encarceladas siguen hoy sometidas a esclavitud sexual, obligadas a soportar abusos a cambio de una visita familiar, una comida o el simple derecho a bañarse”.

Pese a este cuadro, el discurso subrayó que “el pueblo venezolano no se rinde” y aseguró que, durante “dieciséis meses en la clandestinidad”, se han construido “nuevas redes de presión cívica y de desobediencia disciplinada”, con el objetivo de prepararse “para una transición ordenada hacia la democracia”. En ese marco, Machado sostuvo que Venezuela ha estado preparándose “para una transición ordenada hacia la democracia”.

Al abordar el significado del Nobel, la líder venezolana afirmó que “este premio tiene un significado profundo: le recuerda al mundo que la democracia es esencial para la paz”. A partir de la experiencia venezolana, planteó que “si queremos tener democracia, debemos estar dispuestos a luchar por la libertad” y que “la libertad se conquista cada día, en la medida en que estemos dispuestos a luchar por ella”. A su juicio, “un pueblo que elige ser libre no solo se libera a sí mismo, sino que contribuye con toda la humanidad”.

El discurso atribuyó a la sociedad venezolana la adquisición de “certezas del alma” y “verdades profundas” a lo largo de la crisis, y definió la paz como “en última instancia, un acto de amor”. Con esa idea, Machado formuló una promesa implícita sobre el futuro del país: “Venezuela volverá a respirar. Abriremos las puertas de las cárceles y veremos salir el sol a miles de inocentes que fueron encarcelados injustamente, abrazados al fin por quienes nunca dejaron de luchar por ellos. Veremos a las abuelas sentar a sus nietos en sus piernas para contarles historias, no de héroes lejanos, sino del valor de sus propios padres. Veremos a nuestros estudiantes debatir con pasión, sin miedo, con sus voces al fin libres. Volveremos a abrazarnos, a enamorarnos, a oír nuestras calles llenas de risas y de música”.

Según el texto, “todas las alegrías simples que el mundo da por sentadas volverán a ser nuestras” y el mundo “pronto presenciará una de las imágenes más conmovedoras de nuestro tiempo: el regreso de los nuestros a casa”. Machado anunció que planea estar “nuevamente, en el puente Simón Bolívar, en la frontera con Colombia”, donde, recordó, lloró “entre los miles que se iban”, para recibir a quienes regresen “a la vida luminosa que nos espera”.

En el tramo final, la ganadora del Nobel rindió homenaje “a los héroes de este camino”: “a nuestros presos políticos, a los perseguidos, a sus familias y a todos los que defienden los derechos humanos. A quienes nos protegieron, nos alimentaron y lo arriesgaron todo por cuidarnos. A los periodistas que se negaron a callar. A los artistas que llevaron nuestra voz al mundo. A mi equipo extraordinario, a mis maestros, a mis compañeros activistas políticos y sociales. A los líderes del mundo que nos acompañaron y defendieron nuestra causa. A mis tres hijos, a mí papá adorado, a mi mamá, a mis tres hermanas y a mi valiente y querido esposo, quiénes me han sostenido durante toda mi vida”.

Machado concluyó dedicando el honor del Premio Nobel de la Paz “a los millones de venezolanos anónimos que arriesgaron sus hogares, sus familias y sus vidas por amor”, al afirmar que “a ellos pertenece este honor. A ellos pertenece este día. A ellos pertenece el futuro”, y cerró su intervención afirmando que los venezolanos “seguimos de la mano de Dios”.

Recibe las noticias más importantes al instante.

Únete a nuestro Canal de WhatsApp
¡Entra a Whatsapp!
Únete a nuestro Canal de Telegram
¡Entra a Telegram!