El gobierno de Estados Unidos ha amenazado con implementar aranceles secundarios del 25% a los países que continúen importando petróleo venezolano, lo que podría impactar significativamente a la India. Este país, junto con China, se encuentra entre los mayores compradores del crudo del país sudamericano.
Según datos proporcionados por el Departamento de Comercio indio, en 2024, la India importó 22 millones de barriles de petróleo venezolano. En el mes de enero, las adquisiciones alcanzaron niveles superiores a 254.000 barriles diarios (bpd), representando casi la mitad de las exportaciones totales de Venezuela, que se situaron en 557.000 bpd. La mayor parte de estas transacciones se llevan a cabo a través del conglomerado energético indio, Reliance Industries.
La economía india, una de las más dinámicas a nivel mundial, requiere un suministro constante de energía para sostener su crecimiento. A pesar de que el petróleo venezolano constituye menos del 2% de sus importaciones totales en 2024, su adquisición es crucial para la estrategia de diversificación energética de India, que busca evitar depender de una sola región.
Reliance Industries desempeña un papel vital en este comercio, ya que posee una de las pocas refinerías en India con la capacidad de procesar el crudo conocido como merey de Venezuela. A pesar de las sanciones impuestas al gobierno venezolano, que limitan las transacciones financieras con PDVSA, Reliance es una de las pocas empresas que ha recibido exenciones por parte del gobierno estadounidense, al igual que Chevron y Repsol.
El atractivo del petróleo venezolano para la India también radica en su precio competitivo, situándose entre 15 y 18 dólares por barril por debajo de la media de su canasta de importación, e incluso más barato que el crudo de Rusia o Arabia Saudita. Repsol, por su parte, también opera bajo una licencia estadounidense para importar petróleo venezolano, mientras que China continúa como el principal comprador a través de mercados no oficiales.
La posible imposición de aranceles presenta un nuevo desafío para la política energética de India, poniendo a prueba su capacidad para adaptarse a un escenario internacional cada vez más complejo.
EFE