El prisionero político y músico contestatario Maykel Osorbo inició una huelga de hambre y sed el pasado 20 de junio, tras ser trasladado a una celda de castigo en la prisión Kilo 5 y Medio, ubicada en Pinar del Río, Cuba. Esta acción ha sido denunciada por diversas voces en defensa de los derechos humanos, subrayando las condiciones adversas a las que se enfrenta el conocido rapero.
De acuerdo con la profesora Anamely Ramos, además del confinamiento en un área aislada a tres kilómetros dentro del penal, Osorbo enfrenta la amenaza de ser transferido a prisiones más distantes, situadas en Camagüey o en el oriente de la isla. Este posible traslado resaltaría las arbitrariedades que ha sufrido durante sus cuatro años de encarcelamiento político, periodo durante el cual fue alejado de su lugar de residencia en La Habana.
«Ya el hecho de tenerlo a más de 150 kilómetros de su lugar de residencia es una crueldad. Y ahora pretenden enviarlo casi diez veces más lejos. Y pretenden que eso suceda sin que él y nosotros hagamos nada. Ustedes se volvieron locos. Camagüey queda a casi 600 kilómetros de La Habana y Santiago de Cuba a casi 900», expresó Ramos en sus redes sociales, resaltando la dureza de la situación. Según sus declaraciones, Osorbo ha estado incomunicado durante varios días.
El rapero, ganador de dos GRAMMY Latino por la canción «Patria y Vida», ha sido objeto de continuas injusticias. En marzo, las autoridades penitenciarias le impidieron asistir al funeral de su abuela, Hilda Rojas Mora, de 85 años, argumentando que el reglamento no contemplaba esa exención para un familiar no tan cercano.
Maykel Osorbo fue sentenciado a nueve años de cárcel en mayo de 2022, tras un juicio de dos días en el que se le acusó de «desacato, atentado, desórdenes públicos y difamación de las instituciones y organizaciones, héroes y mártires». En 2022, Osorbo recibió el Premio de la Libertad de la organización Freedom House, junto a su amigo y también prisionero político, el artivista Luis Manuel Otero Alcántara.
La situación de Maykel Osorbo continúa despertando preocupación entre sus seguidores y defensores de los derechos humanos, quienes exigen su seguridad y libertad.
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