Las fuerzas de seguridad panameñas detuvieron el martes el avance de una caravana compuesta principalmente por migrantes venezolanos que, tras cruzar desde Costa Rica, buscaban regresar a sus países de origen. Este grupo había tomado la decisión de desistir de su travesía hacia Estados Unidos, citando las dificultades del recorrido y las estrictas políticas de deportación implementadas por la administración de Donald Trump.
A una distancia de cinco kilómetros de la frontera de Paso Canoas, un contingente de antimotines obligó a los migrantes a retroceder hacia territorio costarricense. Esta maniobra fue parte de un proceso de repatriación coordinado entre ambos países. En el albergue dispuesto en Costa Rica, los migrantes serán sometidos a controles biométricos para descartar antecedentes penales, según informó el Ministerio de Seguridad de Panamá.
Muchos de estos migrantes ya habían superado el peligroso trayecto a través de la selva del Darién, que se extiende entre Panamá y Colombia, en semanas o meses anteriores. Sin embargo, la dura travesía y el endurecimiento de las políticas migratorias en los Estados Unidos han influido significativamente en su decisión de regresar.
Según cifras oficiales, alrededor de 2.500 personas han cruzado esta ruta en lo que va del año, lo que representa una caída del 95 % en comparación con el mismo periodo del año anterior. Este dato refleja el impacto de las medidas más estrictas y los riesgos asociados con el viaje hacia el norte.
Mientras los migrantes se preparan para regresar a sus naciones, la situación sigue subrayando los desafíos migratorios en la región y la influencia de las políticas internacionales en las decisiones personales de aquellos que buscan un futuro mejor fuera de sus países de origen.
AFP
