El Parlamento neerlandés expresó formalmente su profunda inquietud por la seguridad de Aruba, Bonaire y Curazao, territorios autónomos del Reino de los Países Bajos, ante la escalada de tensiones entre Estados Unidos y Venezuela, cuyas costas se encuentran a escasos kilómetros de estas islas. La alarma se centra en el riesgo de que el conflicto se extienda al Caribe neerlandés.
Durante un debate parlamentario, según reseñó EFE, diversos diputados alertaron sobre la proximidad del peligro. “No es un asunto lejano, es la puerta de entrada a nuestro Reino”, advirtió el parlamentario Henk Vermeer, del partido BBB, reflejando la preocupación por la inestabilidad regional y el potencial impacto de las operaciones militares estadounidenses.
El ministro interino de Exteriores neerlandés, David van Weel, procuró moderar la alarma, asegurando que no existe un “peligro inmediato” para las islas. No obstante, subrayó que el gobierno sigue “muy de cerca” la situación, manteniendo contactos constantes con las autoridades locales y consultas coordinadas con países vecinos. Como medida de cautela activa, el buque de la marina neerlandesa Zr.Ms. Den Helder ha sido desplazado hacia el Caribe, con la misión de reforzar la capacidad logística y de respuesta del Reino en la zona.
La tensión se disparó tras las recientes operaciones militares estadounidenses que atacaron decenas de embarcaciones procedentes de Venezuela, calificadas por Washington como “lanchas de narcotráfico”. Estos incidentes, que han provocado decenas de víctimas, fueron severamente criticados en el Parlamento neerlandés. Grupos como la coalición ecologista y socialdemócrata GL-PvdA y el liberal progresista D66 consideran que estos ataques podrían vulnerar el derecho internacional y reprocharon la falta de información verificable por parte del gobierno neerlandés sobre las acusaciones de Washington.
La presencia militar estadounidense en las aguas cercanas a Venezuela incluye una fuerza naval significativa, con destructores, un submarino nuclear y el portaaviones USS Gerald R. Ford, descrito como el más grande del mundo. Esta concentración se ha visto agravada por declaraciones previas del presidente Donald Trump, quien no descartó una posible invasión terrestre.
En el debate también se abordó el impacto regional de la crisis venezolana. A pesar de condenar la represión interna en Venezuela y la crisis migratoria, que ha provocado la huida de casi ocho millones de personas según la ONU, varios grupos parlamentarios neerlandeses establecieron límites sobre el papel de Países Bajos en el contexto de las tensiones. El líder de la izquierda antirracista Denk, Stephan van Baarle, advirtió que la crisis humanitaria en Venezuela no puede justificar que Países Bajos sea arrastrado a “una política neocolonial impulsada por intereses en los recursos”. Por su parte, la diputada Kati Piri (GL-PvdA) calificó de “problemática” la ausencia de una condena oficial a la violencia en el Caribe.
Ante estas objeciones, el ministro Van Weel afirmó que Países Bajos “no participará de ningún modo en ninguna operación estadounidense” y se limitó a exigir que cualquier investigación sobre posibles abusos por parte de Estados Unidos siga los cauces internacionales previstos.
El clima de preocupación se ha visto reforzado por el sobrevuelo de aviones de combate F-18 estadounidenses sobre aguas del Golfo de Venezuela esta misma semana. Frente a estos movimientos, el gobierno de Nicolás Maduro aseguró que Venezuela luchará ante cualquier “agresión militar” de Washington, en un contexto en el que el Parlamento neerlandés evalúa las implicaciones de seguridad para el Caribe del Reino y el marco legal internacional de las operaciones en la zona.
El Nacional
