Juan Enrique Pérez, uno de los presos políticos del 11J, se encuentra recluido en aislamiento en la prisión de Quivicán, situada en Mayabeque. A través de denuncias realizadas por el activista Marcel Valdés, se sabe que Pérez se refiere al destacamento 17 como «La Torre del Destierro». Valdés afirma que el régimen cubano ha aislado a Pérez en este destacamento para evitar que continúe denunciando, aunque asegura que esto no detendrá al activista.
En «La Torre del Destierro», Pérez convive con presos comunes, algunos de los cuales se encuentran en estado de desnutrición y otros padecen enfermedades contagiosas como la sarna. Además, se informa de un prisionero, José Silva, quien requiere atención médica debido a una sonda rectal, pero no la recibe adecuadamente.
Desde marzo, se ha denunciado que Juan Enrique Pérez está gravemente enfermo y no recibe los medicamentos necesarios para su tratamiento. La organización independiente Cubalex ha declarado que la privación arbitraria de medicamentos viola las Reglas Mandela, comprometiendo la salud y la vida de los reclusos y atentando contra los derechos humanos fundamentales.
En diciembre de 2024, antes de que el régimen comenzara un proceso de excarcelaciones negociado con el gobierno de Joe Biden y el Vaticano, Pérez, junto con Manuel Velázquez Licea, inició una huelga de hambre en la prisión Melena 2, en Mayabeque, con el fin de exigir la liberación de los presos políticos cubanos. Durante esta huelga, Pérez fue trasladado a una celda de castigo, según informó su esposa, Dayana Aranda Batista, a ADN Cuba.
Aranda también detalló el deterioro de la salud de Pérez, atribuido a una golpiza durante su detención en las protestas de julio de 2021 en Vegas, Mayabeque. Además, su estado se ha agravado por las condiciones precarias de encarcelamiento y la falta de medicamentos. Pérez sufre de hernia discal, presión arterial alta y problemas de visión, siendo incapaz de ver con su ojo izquierdo.
En una carta dirigida a Marco Rubio, tras su designación como secretario de Estado de EE. UU., Pérez expresó: «Soy de los que lesionaron física y mentalmente tras ser secuestrado en las calles por la policía política y la seguridad del estado. Señor, fuimos encarcelados, injustamente encausados y sin permitirnos el derecho de acusar las torturas sufridas hasta la fecha».
De acuerdo con las denuncias, Juan Enrique Pérez ha sido víctima de múltiples violaciones en prisión, incluyendo golpizas, torturas, negación de atención médica, traslados y reclusión en celdas de aislamiento. Ha recurrido a huelgas de hambre y protestas dentro del penal, llegando incluso a coserse la boca para demandar el respeto de sus derechos.
Pérez fue condenado a ocho años de prisión por su participación en las protestas del 11J, acusado de desacato, desórdenes públicos y sabotaje.
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