Un condecorado soldado estadounidense, Matthew Livelsberger, de 37 años, se quitó la vida el 1 de enero al volante de un Tesla Cybertruck, el cual explotó frente al Hotel Internacional Trump en Las Vegas. Las autoridades indicaron este viernes que Livelsberger, quien sufría de trastorno de estrés postraumático (TEPT), buscaba hacer un “llamado de atención”.
El vehículo, alquilado, estaba cargado de combustible y fuegos artificiales. La explosión, seguida de un incendio, fue investigada minuciosamente. Las autoridades identificaron al militar por su documentación personal, confirmando que era el único ocupante del vehículo. Además, se encontraron dos armas, una de ellas a sus pies.
Notas reveladoras escritas en el teléfono de Livelsberger proporcionaron pistas sobre sus motivaciones. Según las declaraciones dadas en una rueda de prensa, Livelsberger expresó: “Esto no fue un ataque terrorista, sino un llamado de atención”, y reflexionó sobre la forma en que los estadounidenses prestan atención solo a los espectáculos y la violencia. Otra nota indicaba su lucha interna: “Necesito limpiar mi mente de los hermanos que perdí y aliviarme de la carga de las vidas que quité”.
Livelsberger, miembro de las fuerzas especiales y de licencia al momento del suceso, tenía una larga carrera militar. Se enroló en 2006 y sirvió en el Ejército hasta 2011, después se unió a la Guardia Nacional, más tarde al ejército de Reserva y finalmente a las fuerzas especiales en 2012. Las autoridades recalcaron que actuó solo.
Spencer Evans, agente especial del FBI en Las Vegas, declaró que este trágico caso de suicidio involucra a un veterano muy condecorado que combatía el TEPT y otros problemas. Evans destacó la ausencia de indicios de animosidad hacia el presidente electo Donald Trump, quien asumirá la presidencia el 20 de enero.
El incidente ocurrió en un contexto turbulento, horas después de que Shamsud Din Jabbar, un exmilitar estadounidense, embistiera con un camión a una multitud en Nueva Orleans, dejando 14 muertos y más de 30 heridos. Las autoridades han descartado cualquier conexión entre ambos eventos, a pesar de las similitudes superficiales.
Este suceso resalta nuevamente los desafíos que enfrentan los veteranos al reintegrarse a la vida civil, especialmente aquellos que padecen TEPT, y deja un recordatorio sombrío sobre la necesidad de atención y apoyo adecuados para estos individuos que han servido a su país.
