Dos venezolanas, identificadas como Andrea Carolina Lila, de 26 años, y una bebé de 11 meses, fallecieron en un naufragio ocurrido el jueves 20 de octubre entre las costas del Delta Amacuro y la isla de Trinidad y Tobago. El incidente se produjo mientras se trasladaban en una embarcación presuntamente ilegal, en compañía de aproximadamente otras 23 personas. Hasta el momento, 15 de los pasajeros han sido rescatados, mientras que 8 permanecen desaparecidos.
La información fue divulgada por el medio local Tane Tanae y habitantes de la región que presenciaron los hechos. El coordinador nacional del partido político Vente Venezuela en el estado Delta Amacuro, Orlando Moreno, también se hizo eco del siniestro, afirmando que el barco zarpó desde Tucupita y naufragó cerca de Pedernales. En un comunicado a través de su cuenta de Instagram, Moreno señaló: «Mientras el régimen pretende normalizar la situación del país, estos venezolanos intentaban huir de manera desesperada a través de esta vía para intentar mejorar su calidad de vida».
Las causas del naufragio todavía son objeto de especulación. Algunos habitantes del sector señalan una falla mecánica como la raíz del accidente, mientras que otros culpan a los fuertes vientos registrados en el área.
Los sobrevivientes están recibiendo atención médica en el hospital Doña Cirila Gascón de Pedernales. En tanto, las labores de búsqueda continúan por parte de los lugareños, quienes se esfuerzan por encontrar a los desaparecidos.
Este trágico incidente se inserta en un contexto más amplio de crisis migratoria en Venezuela. Según datos de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), más de 7,7 millones de venezolanos han emigrado en busca de protección y mejores oportunidades económicas, reflejando el impacto de la prolongada crisis económica que enfrenta el país.
La situación en el Delta Amacuro resalta la vulnerabilidad de quienes, en su búsqueda de un futuro más seguro, se arriesgan a peligrosas travesías marítimas, enfrentando peligros que, a menudo, tienen desenlaces fatales.
El Pitazo