En el este de Ucrania, una región golpeada por el conflicto armado, la Casa Blanca puede parecer distante, pero la posición ambigua de Donald Trump respecto a la guerra con Rusia genera nuevos dolores de cabeza para los soldados exhaustos. La reciente decisión del presidente estadounidense de iniciar negociaciones «inmediatas» con su homólogo ruso, Vladimir Putin, ha causado gran inquietud entre Kiev y sus aliados.
El silencio diplomático fue roto el miércoles cuando la administración Trump manifestó que la adhesión de Ucrania a la OTAN no es una opción realista, y que un retorno a las fronteras previas a 2014, incluidas Crimea, resulta improbable. Estas posturas han sido recibidas con cautela por las autoridades ucranianas y con escepticismo en los campos de batalla.
En la región de Donetsk, Artem, comandante de la 93ª brigada, advierte que un cese de la asistencia estadounidense tendría consecuencias «catastróficas». «Seguiremos perdiendo», afirma este militar de 42 años a AFP, quien ha perdido «muchos amigos» en el conflicto. Sus palabras reflejan la preocupación generalizada entre las fuerzas armadas ucranianas, que ya enfrentan un alto coste humano.
El cambio de tono desde Washington no solo preocupa a los militares. En Kiev, la decisión de Trump de contactar primero con Putin generó desasosiego. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, calificó de «poco agradable» estas acciones y urgió a un plan conjunto entre Washington y Kiev para frenar al Kremlin.
Las calles de Kiev también resuenan con frustración. Sofía, una estudiante de 18 años, expresó su indignación: «Negociar unilateralmente con el ‘dictador’ Putin es simplemente una traición hacia nosotros». Sofía teme que bajo tales condiciones, cualquier paz alcanzada sea efímera, y critica la visión a largo plazo de la administración Trump.
Mientras la incertidumbre se cierne sobre Ucrania, las voces dentro del país claman por «decisiones rápidas por parte de Europa», como señala Andri Kovalenko, del centro de lucha contra la desinformación del ejército ucraniano. La perspectiva de un cambio en el apoyo de Estados Unidos añade una capa adicional de complejidad a un conflicto que ha cobrado un alto precio tanto en vidas como en la estabilidad de la región.
