En el estado Bolívar, Venezuela, los centros de recolección de minerales estratégicos como casiterita, níquel, rodio, titanio y tierras raras están operados principalmente por la estatal Corporación Venezolana de Minería (CVM) en Los Pijiguaos y Morichalito. Desde 2023, estas instalaciones han canalizado gran parte de la producción hacia mercados internacionales, incluyendo China y Estados Unidos.
Sin embargo, gran parte de la extracción y el comercio transita por rutas ilegales. Mineros y testimonios locales describen cómo el coltán, estaño y otros minerales son transportados por el río Orinoco y sus afluentes hacia Colombia, donde son refinados en ciudades como Bogotá, Puerto Carreño y Santa Rita, antes de ser exportados a puertos internacionales. Los métodos incluyen ocultar minerales bajo capas de arena y documentación fraudulenta que aparenta que los materiales provienen de Colombia.
Empresas como Gracor y Camave SAS, según investigaciones y registros oficiales, han sido identificadas como actores clave en la legitimación de estos minerales. A pesar de incautaciones por parte de autoridades colombianas, estas operaciones persisten, con márgenes de ganancia extraordinarios y vínculos con grupos armados como el ELN y facciones disidentes de las FARC, además de presunta cooperación de miembros de la Guardia Nacional y otros cuerpos del Estado venezolano.
El contexto global intensifica la complejidad. China domina el procesamiento de tierras raras, esenciales para vehículos eléctricos, energías renovables y tecnología militar. La demanda mundial de estos minerales se ha disparado, mientras Estados Unidos y la Unión Europea buscan diversificar sus cadenas de suministro. Esta presión convierte a la Amazonía y al Escudo Guayanés en zonas de alto riesgo, donde la explotación ilegal destruye ecosistemas, vulnera derechos indígenas y financia violencia organizada.
La paradoja es evidente: la transición energética global depende de recursos que, en América Latina, alimentan redes ilícitas y afectan a comunidades remotas. Expertos advierten que, sin regulación y fiscalización efectiva, la región podría convertirse en “el nuevo Congo de América Latina”, un epicentro de conflicto ambiental, social y geopolítico.
Para un análisis completo, con mapas de rutas, exportaciones y testimonios de mineros y autoridades, lea el artículo original en Armando.info: Así se blanquean las arenas negras venezolanas.
Un minero describe que los cuerpos de seguridad e inteligencia venezolanos participan en el transporte de minerales: “El Sebin usa un carro blanco sin placa que dice ‘Solo para uso oficial’. Hay transporte para todo: coltán, estaño, oro” https://t.co/WQifOtLRMC pic.twitter.com/xs9MOD4w4H
— Armando.Info (@ArmandoInfo) December 5, 2025
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