La situación dentro del Centro Penitenciario de Aragua, más conocido como la cárcel de Tocorón, ha despertado una creciente preocupación luego de denuncias por parte de familiares de presos políticos que alertan sobre condiciones de extrema vulnerabilidad. Según relatan, los internos están sufriendo de hambre severa, lo que pone en riesgo sus vidas.
Madres y familiares de los detenidos han alzado su voz, revelando que desde la semana pasada han recibido llamadas urgentes desde el penal, solicitando la provisión de artículos básicos de higiene, así como alimentos mínimos, como un paquete de galletas y una barra de chocolate. Las comunicaciones entre los presos y sus familias, aunque limitadas, han sido desgarradoras. Los internos han pedido desesperadamente que se les lleve pan, galletas y cualquier cosa comestible, ya que afirman estar «muriendo de hambre».
Un testimonio impactante de un familiar, que pidió mantener el anonimato por razones de seguridad, relata que, en un día particular, los presos no habían ingerido alimento desde las 7:00 am hasta las 7:00 pm. «Ellos están desesperados, hay muchos enfermos; hay un muchacho que ya no tolera la comida, está demasiado enfermo, no puede ir al baño. Esos muchachos se están muriendo de hambre», expresó.
Las familias han mantenido una presencia constante a las afueras del penal, exigiendo que el director del centro penitenciario tome responsabilidad y brinde una solución. Sin embargo, aseguran que la administración del penal ha mostrado indiferencia total ante la situación de los presos.
La situación se agrava aún más por la prohibición de ingreso de alimentos y medicinas durante las visitas. Las familias denuncian que, incluso cuando lograron entregar provisiones en ocasiones anteriores, estas fueron desechadas y se dejaron estropear. Además, hay una prohibición estricta de ingresar medicamentos esenciales, como sueros o multivitamínicos.
Las condiciones físicas de los internos también son alarmantes. Se reporta que hay numerosos lesionados que no han recibido el tratamiento adecuado, con casos de personas con costillas rotas, lesiones en las rodillas y contusiones severas. Esta falta de atención médica incrementa el riesgo de empeoramiento de su salud.
El desespero de los familiares es palpable y se ve agravado por la falta de recursos que les impide frecuentar el penal, pues muchos de ellos provienen de otros estados y han tenido que recurrir a medidas extremas, como vender bienes personales, para cubrir los gastos de movilización, hospedaje y alimentación durante sus visitas.
La comunidad internacional y organizaciones de derechos humanos han sido instadas a prestar atención a esta situación crítica, mientras los familiares y ciudadanos preocupados continúan exigiendo justicia y un trato digno para los presos políticos en Tocorón.
Correo del Caroni