El sufrimiento de los familiares de los presos políticos en Tocuyito ha alcanzado un punto crítico tras un reencuentro que dejó al descubierto las duras condiciones bajo las cuales están detenidos. Después de casi dos semanas sin poder ver a sus seres queridos, la visita que se les permitió el 3 de octubre arrojó una realidad desoladora: los presos están flacos e irreconocibles, marcados por la desnutrición y la falta de cuidados básicos.
Desde Barquisimeto, con voz quebrada, una de las esposas narró cómo su pareja se encuentra demacrada, con una delgadez extrema y sin fuerzas para hablar. Aunque les aseguran que están «bien», los familiares saben que la realidad pinta un cuadro diferente, oscuro y desesperanzador.
Antes de esta visita, los allegados pensaban que, al menos, se garantizaban las tres comidas diarias a los detenidos. Sin embargo, descubrieron que ni siquiera reciben luz natural ni pueden acceder a productos de higiene personal o medicamentos. La incertidumbre sobre el estado de salud y trato de sus familiares se intensifica por las restricciones impuestas durante las visitas, bajo estricta vigilancia.
Más allá de la cárcel, los familiares han comenzado a protestar en las calles de Lara, impulsados por el miedo y la impotencia luego de ser informados que no se permitirán más visitas. Se enfrentan al sistema judicial sin respuestas sobre el estado legal de los detenidos, con audiencias suspendidas y una incertidumbre que crece día a día.
Testimonios desgarradores emergen de estas familias que han visto su vida sacudida: el relato de detenciones arbitrarias, como la de un cauchero detenido injustamente mientras trabajaba, o el testimonio de un mototaxista señalado sin evidencia y tratado como criminal.
La suspensión de audiencias y la falta de información son señales alarmantes de un sistema que parece operar en la oscuridad. Los familiares, angustiados, continúan luchando por la verdad y la libertad de sus seres queridos. En esta lucha, palabras como «inocencia» y «justicia» se vuelven un clamor constante, resonando en las calles y en los tribunales, mientras su esperanza sigue viva y su voluntad inquebrantable.
Cortesía El Carabobeño