Durante la emisión del programa televisivo «Con el Mazo Dando», el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello, reveló un intento de envenenamiento en su contra ocurrido en 2015. En este contexto, Cabello señaló directamente a Leamsy Salazar, un exmiembro de su equipo de seguridad, como el responsable del presunto atentado.
Leamsy José Salazar Villafaña es un capitán de corbeta de la Armada Bolivariana, reconocido por su participación en el círculo más cercano a la seguridad del entonces presidente Hugo Chávez. Proveniente de una carrera militar destacada, Salazar se unió a la Guardia de Honor Presidencial a principios de 1999 y fue uno de los oficiales más prestigiosos de su tiempo. Su reputación le valió el reconocimiento del propio Chávez como uno de sus principales defensores tras el golpe de Estado de abril de 2002.
En 2006, luego de una impresionante demostración en un desfile de la Armada, Hugo Chávez decidió reincorporar a Salazar como jefe de seguridad, cargo que mantuvo hasta el fallecimiento del mandatario en marzo de 2013.
Tras la muerte de Chávez, Salazar pasó a formar parte del equipo de seguridad de Diosdado Cabello, quien era entonces presidente del poder legislativo. Sin embargo, su carrera dio un giro inesperado cuando se descubrió su colaboración con la DEA (Administración de Control de Drogas de Estados Unidos), entidad con la que mantuvo vínculos durante al menos un año y medio.
Según las acusaciones de Cabello, Salazar habría intentado asesinarlo y posteriormente huyó a Estados Unidos, donde ingresó al programa de protección de Testigos de la DEA. Esta traición fue descrita por Diosdado como un acto contra la Revolución Bolivariana, considerando la alianza de Salazar con el «imperialismo norteamericano» como una grave afrenta contra su patria.
La acusación de Cabello agrega un nuevo capítulo a las complejas relaciones políticas y de seguridad interna en Venezuela. La figura de Leamsy Salazar ha cobrado notoriedad no solo por su papel como escolta de líderes fundamentales del chavismo, sino también por su posterior deserción hacia Estados Unidos. Este evento pone de relieve las tensiones persistentes entre el gobierno de Venezuela y las agencias internacionales, y plantea interrogantes sobre el impacto de estas acciones en el panorama político del país.
Mientras el gobierno venezolano continúa lidiando con desafíos internos, la revelación de este presunto complot de envenenamiento resalta las divisiones y conflictos latentes dentro de las estructuras de poder. Con la difusión de la imagen de Salazar, Cabello busca cerrar un episodio que ha dejado una marca en su trayectoria política, al tiempo que reitera la lucha del oficialismo contra influencias externas.