La 81ª Asamblea Anual de Fedecámaras se llevó a cabo con gran expectativa, concentrando la atención no solo en los anuncios gubernamentales y las ponencias de los expositores, sino, principalmente, en el proceso electoral que se desarrolló durante el evento.
Durante la asamblea, la tensión se convirtió en la protagonista, evidenciándose un uso indebido de las formas y la infraestructura institucional en favor de una candidatura. Este ambiente, caracterizado por una aparente opacidad disfrazada de institucionalidad, dominó la agenda, afectando actividades, discusiones estatutarias y revisiones estratégicas.
El proceso electoral resultó en una derrota significativa para el grupo mayoritario que lideraba la directiva saliente, que intentó romper una tradición que históricamente ha servido para preservar la organización interna y los principios de Fedecámaras. En este contexto, las aspiraciones de Felipe Capozzolo se vieron inicialmente frenadas.
Por otro lado, Luis Pissella, promovido como figura opositora a Capozzolo, no logró consolidar un liderazgo auténtico ni obtener apoyos reales fuera de Caracas. En contraste, Capozzolo había estado construyendo un reconocimiento considerable, especialmente entre las instituciones regionales.
Finalmente, la sensatez prevaleció y, a pesar de las presiones para recontar votos, se reconoció el cerrado pero legítimo triunfo de Capozzolo. Su discreta campaña, marcada por esfuerzos genuinos y recursos limitados, se impuso ante un aparato poderoso.
Con Capozzolo al frente, Fedecámaras enfrenta ahora el desafío de restablecer su credibilidad, evitando que se le asocie con prácticas electorales intimidantes y oportunistas. Se espera que Capozzolo demuestre su liderazgo en un entorno posiblemente hostil y que su gestión no sea saboteada desde dentro, ni se convierta en un trampolín para las ambiciones presidenciales de la actual vicepresidenta, Polessel.
Diversas fuentes gremiales señalan que Polessel mantuvo una postura contraria a Pissella, descalificándolo por su supuesta cercanía con el oficialismo. Sin embargo, también se especula que sus aspiraciones podrían estar orientadas a convertirse en la sucesora natural hacia la cúspide gremial en 2027.
En este nuevo ciclo, será crucial que el equipo de Pissella no se transforme en un obstáculo sistemático para la nueva gestión de Capozzolo, ya que la credibilidad de Fedecámaras como institución está en juego.
Espiga Noticias