En medio de crecientes tensiones con Estados Unidos, el dictador venezolano Nicolás Maduro ha hecho un llamado desesperado a Colombia, solicitando apoyo militar frente a las amenazas del mandatario estadounidense Donald Trump, quien anunció un «bloqueo total y completo» de todos los petroleros venezolanos.
El tono urgente y defensivo de Maduro revela la presión que enfrenta su régimen ante el despliegue militar estadounidense en el Caribe y las sanciones económicas que amenazan con estrangular aún más la economía venezolana.
EL LLAMADO DESESPERADO
Durante un encuentro transmitido por el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV), Maduro hizo un inusual llamado a los militares colombianos, pidiéndoles una «unión perfecta» con Venezuela. Este pedido, que analistas interpretan como una señal de debilidad, evidencia el temor del régimen chavista ante una posible intervención militar.
«Es ilegal pretender impedir el libre comercio naval», argumentó Maduro con tono defensivo. Sin embargo, sin aliados militares en la región, las amenazas de Trump podrían paralizar su única fuente de ingresos: el petróleo.
TRUMP AUMENTA LA PRESIÓN
Trump no solo anunció el bloqueo petrolero, sino que exigió que Venezuela «devuelva todo el petróleo y activos robados» a empresas estadounidenses. Esta declaración ha puesto al régimen en una posición extremadamente vulnerable.
Estados Unidos mantiene un despliegue militar en el Caribe. La semana pasada, el Comando Sur incautó el petrolero Skipper con crudo venezolano, demostrando que las amenazas no son retórica vacía.
ENTRE LA NEGACIÓN Y EL MIEDO
Maduro intentó proyectar fortaleza: «¿Guerra? Hemos dicho que no». Sin embargo, su urgente llamado a Colombia contradice ese mensaje. Su retórica suena como la de un líder acorralado.
Venezuela está aislada internacionalmente, con economía en ruinas. El llamado a Colombia evidencia la desesperación ante la creciente presión estadounidense.
Colombia no ha respondido oficialmente al llamado mientras la comunidad internacional observa esta crisis que podría redefinir el equilibrio de poder en América Latina.
