La isla de Margarita, conocida como la «perla del Caribe» y principal polo turístico de Venezuela, enfrenta un desafío monumental para recuperar su antigua gloria. En el corazón comercial de la isla, un hotel que alguna vez fue lujoso ahora yace en abandono, con una imponente fachada descolorida que simboliza los estragos que años de crisis económica, apagones y la pandemia de coronavirus han dejado en la región.
Recientemente, Margarita sufrió un serio racionamiento eléctrico que duró dos semanas a raíz de una explosión en una instalación de gas que alimenta las termoeléctricas de la isla. Este incidente, calificado por el gobierno como un sabotaje, intensificó los ya frecuentes cortes eléctricos que se han convertido en una realidad para los 500,000 habitantes de la isla. A pesar de los desafíos, comerciantes locales como Juan Caimán continúan apostando por su tierra natal, negándose a emigrar como lo han hecho más de 7 millones de venezolanos según Naciones Unidas.
En la avenida Santiago Mariño, eje comercial de la ciudad de Porlamar, empresarios como Caimán y Fadwa Hage trabajan arduamente por revitalizar sus negocios. Hage, quien dirige una tienda de indumentaria para natación, destaca que en su cuadra han abierto tres negocios nuevos este año, lo cual considera un signo esperanzador.
El turismo internacional, especialmente de Rusia, ha comenzado a mostrar señales de reactivación. Desde el 2023, cerca de 40,000 rusos han visitado la isla, atraídos por paquetes todo incluido que les alojan en hoteles con planta eléctrica. Sin embargo, los visitantes rusos tienden a permanecer dentro de un circuito de lujo, lo que limita su impacto económico en la comunidad local.
Para muchos habitantes, como Demetria, masajista en la popular playa El Yaque, el turismo local sigue siendo esencial. «Dependemos del turismo venezolano, porque los turistas rusos no dejan nada», comenta. Esta situación se ve agravada por el contraste entre las nuevas ofertas de restaurantes y las imponentes ruinas del otrora próspero complejo Lagunamar.
A pesar de los retos, la comunidad muestra resiliencia. En sectores como Las Maritas, donde las fallas eléctricas son la norma, emprendedores como Crismar López continúan trabajando. López, junto a su familia, ha reabierto su negocio de comidas rápidas tras las semanas más duras de apagones, iluminando su pequeño kiosco con velas y bombillas recargables.
La esperanza por un renacimiento de Margarita persiste. Fadwa Hage cree firmemente en el potencial de la isla: «Tenemos costa, tenemos playa, tenemos montañas, hay muchísimas actividades para invertir». Con sus vistas panorámicas y su riqueza natural, Margarita continúa sosteniendo la esperanza de un futuro más próspero.
EFP
