En una reciente transmisión a través del canal estatal VTV, Nicolás Maduro denunció que las agencias estadounidenses DEA y FBI estarían protegiendo a «buena parte» de los líderes del Tren de Aragua, un grupo criminal transnacional originario de Venezuela. Maduro afirmó que estos individuos están respaldados por dichas agencias en tiempo presente.
Maduro sostuvo que la DEA y el FBI han estado implicados en la creación y organización del Tren de Aragua desde Colombia, con el propósito de «cometer actividades terroristas en Venezuela». Según Maduro, estas acciones sirven para justificar agresiones contra el país sudamericano. Durante el evento, instó al entonces presidente estadounidense, Donald Trump, a solicitar informes verídicos de las mencionadas agencias para «ver la verdad» sobre este grupo delictivo.
El contexto de estas declaraciones se da en medio de tensiones diplomáticas, tras la llegada de ciudadanos venezolanos desde la base militar estadounidense en Guantánamo, Cuba. Maduro denunció que estos ciudadanos fueron retenidos y maltratados, acusados de manera injusta de pertenecer al Tren de Aragua. Según sus declaraciones, únicamente 176 venezolanos regresaron, a diferencia de los 177 anunciados por el gobierno estadounidense.
En paralelo, la administración de Trump oficializó la designación del Tren de Aragua como un grupo terrorista, junto a otros seis carteles mexicanos y la pandilla Mara Salvatrucha (MS-13). Esta acción se basó en informes que sugieren la presencia de estos grupos en Estados Unidos y su vinculación con la migración venezolana.
Las acusaciones de Maduro se producen en un entorno de relaciones complejas entre su régimen y los Estados Unidos, marcadas por acusaciones mutuas y sanciones internacionales. El desarrollo de estas tensiones y las medidas adoptadas por ambos gobiernos seguirán siendo un punto central en las relaciones diplomáticas de la región.
