En un contexto de máxima tensión regional, Nicolás Maduro y el vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, activaron este miércoles el despliegue nacional de los Órganos de Dirección de Defensa Integral (ODDI) en los estados La Guaira y Carabobo, bajo el marco de la llamada Operación Independencia 200.
El movimiento ocurre apenas días después de que Estados Unidos aumentara su presencia militar en el Caribe, con el despliegue de buques de guerra, submarinos, aviones de combate F‑35 y fuerzas especiales, en una operación dirigida contra carteles de la droga designados como organizaciones narcoterroristas, entre los que se señala al llamado Cartel de los Soles, estructura que, según agencias estadounidenses, es liderada por altos funcionarios del chavismo, incluyendo Maduro y Cabello.
Desde las 5:09 a. m., el inicio del despliegue fue marcado con el toque de la Diana de Carabobo, símbolo que el oficialismo utiliza para apelar a la simbología patriótica, mientras moviliza tropas y milicias en una acción que busca proyectar control territorial y respuesta ante amenazas externas.
Cabello, quien encabezó el operativo, afirmó que se trata de un ejercicio “para garantizar la defensa integral y la estabilidad del país”,
El despliegue ODDI involucró a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), la Milicia Bolivariana, cuerpos de seguridad y autoridades regionales, consolidando la estructura cívico-militar en un momento donde el país enfrenta sanciones, investigaciones penales en EE. UU. y el reciente bombardeo de embarcaciones venezolanas acusadas de transportar drogas.
Fuentes estadounidenses han confirmado que el objetivo de la operación en el Caribe es desmantelar redes criminales vinculadas al narcotráfico y frenar el flujo de estupefacientes hacia Norteamérica. En Washington, el secretario de Defensa declaró que “esto no es un entrenamiento, es una operación real contra organizaciones criminales”.
Pese al discurso de defensa soberana, el despliegue interno dirigido por Maduro y Cabello es visto por analistas como una maniobra de supervivencia política y territorial, ante el creciente aislamiento internacional y el riesgo de acciones más contundentes por parte de EE. UU.
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