Este 25 de noviembre marca los 25 años desde que las Naciones Unidas proclamaron el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en memoria de las hermanas Mirabal, trágicamente asesinadas en República Dominicana. Más que una simple conmemoración, esta fecha es un momento crucial para denunciar y visibilizar las múltiples formas de violencia que enfrentan las mujeres, especialmente aquellas encarceladas en condiciones extremadamente precarias.
En el contexto venezolano, la situación de las mujeres privadas de libertad es particularmente alarmante. Invisibilizadas y sometidas a violencias sistemáticas, estas mujeres experimentan un nivel de vulnerabilidad extrema en las cárceles y calabozos policiales del país. Desde 2020, la Misión de Determinación de los Hechos sobre Venezuela ha informado consistentemente sobre casos de violencia sexual y discriminación en contra de estas mujeres, empleadas como formas de tortura, tratos crueles e inhumanos.
Prácticas Violatorias de Derechos Humanos
Una de las prácticas más denunciadas involucra a custodios del Ministerio para el Servicio Penitenciario y efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), quienes obligan a las mujeres detenidas a mantener relaciones sexuales a cambio de beneficios, violando gravemente sus derechos humanos. Además, las condiciones de reclusión son deplorables, afectando desproporcionadamente a las mujeres en comparación con los hombres. La falta de acceso a alimentación adecuada, agua potable e incluso productos básicos de higiene menstrual agrava la exclusión y el maltrato que sufren.
El Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF), la única cárcel exclusiva para mujeres en Venezuela, refleja una situación de hacinamiento crítico, con un 28% de las mujeres privadas de libertad del país. Los 16 anexos femeninos adicionales no son más que estructuras improvisadas dentro de cárceles masculinas, deficientes en criterios de género y condiciones humanitarias básicas.
Testimonios de Humillación y Abuso
Las requisas en el INOF, llevadas a cabo por el Grupo de Respuesta Inmediata (GRI) del Servicio Penitenciario, son particularmente traumáticas. «El trato durante las requisas es denigrante y humillante«, relató una interna en el informe «Cárcel de Mujeres (INOF): Un Cementerio de Mujeres Vivas». Esta narrativa de abuso se extiende al Centro de Formación para Procesadas Femeninas La Crisálida, donde las denunciadas violaciones sexuales y negligencia en la atención básica son parte de la represión poselectoral.
Un Llamado a la Humanidad y la Igualdad
Humberto Prado, director del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), subraya el impacto devastador de esta violencia no solo en las mujeres encarceladas, sino también en sus familias, quienes, al visitarlas, enfrentan maltratos y requisas vejatorias. Prado insta a visibilizar y abordar de inmediato esta violencia sistémica.
En la jornada de este significativo 25 de noviembre, el llamado es claro: garantizar un trato digno y humano a las mujeres en prisión es una obligación legal y un acto de humanidad. La implementación urgente de políticas con perspectiva de género, basadas en las Reglas de Bangkok, debe ser prioritaria para eliminar cualquier forma de violencia o discriminación, reflejando un verdadero compromiso con los derechos humanos y la igualdad de género.