Israel Ramírez, ingeniero de sistemas, profesor e investigador jubilado de la Universidad de Los Andes (ULA), dejó una huella imborrable en los habitantes del edificio La Columna. Desde su llegada en 1983, el profesor Israel se consolidó como una figura esencial y cariñosa, reconocida por todos. «Él era el típico andino, cerrado, pero con un gran corazón», afirma su amigo cercano, Óscar Mujica.
Durante los años, Ramírez contribuyó significativamente al desarrollo de una comunidad cohesionada, una verdadera familia que vio crecer a sus hijos juntos en los pasillos del edificio. Sus vecinos lo recuerdan con afecto y respeto. «Era el papá del edificio», expresa Etienne Gómez, vecino y presidente actual del condominio, quien trabajó a su lado como vicepresidente de la junta de condominio. Gómez destaca su disposición y conocimiento inigualable: «Tenía un espíritu muy colaborador y sabía cómo funcionaba todo en el edificio; el ascensor, el hidroneumático, el portón eléctrico, porque estaba al frente de todas esas cosas siempre».
El jueves 16 de mayo de 2024 se presentó como un día tranquilo para el profesor Israel. Desde su jubilación, sus rutinas transcurrían con calma. Era habitual verlo salir a realizar diligencias, visitar o firmar documentos en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (Faces) de la ULA, su antiguo lugar de trabajo. Sin embargo, ese día no requería de tales actividades.
La vida y legado del profesor Israel Ramírez continúan resonando en las memorias de quienes compartieron su vida y su comunidad. Su contribución a la cohesión y funcionamiento de La Columna es un testimonio de su dedicación y amor por su entorno y las personas que formaron parte de su vida.
El Pitazo