Universitarios de la ULA enfrentan el regreso a clases sin comedor ni beneficios estudiantiles

Espiga Noticias
Publicada: octubre 2, 2024

Después de concluido el receso vacacional, el 30 de septiembre de 2024, los estudiantes de la Universidad de Los Andes (ULA) retomaron sus actividades académicas. Sin embargo, ahora enfrentan un escenario más complicado, ya que los beneficios estudiantiles a los que solían tener acceso han dejado de estar disponibles.

La desaparición del comedor universitario, que anteriormente contaba con tres sedes ubicadas en Liria, Chorros y Hechicera en Mérida, ha generado un gran impacto en la comunidad estudiantil. Este servicio permitía cubrir la alimentación, tanto almuerzos como cenas, a más de 18.000 estudiantes. Desde mediados de 2019 y principios de 2020, la crisis presupuestaria afectó gravemente el funcionamiento del comedor, que dejó de recibir insumos esenciales como cárnicos, pasta, arroz, frutas y hortalizas. El servicio se suspendió definitivamente en marzo de 2020, coincidiendo con el inicio de la pandemia de COVID-19, y no ha vuelto a operar desde entonces.

Por otro lado, las becas estudiantiles han disminuido a un monto irrisorio de 5 dólares o su equivalente en bolívares, una cantidad insuficiente para cubrir las múltiples necesidades de un universitario. Este monto contrasta significativamente con los gastos básicos que deben afrontar los estudiantes, los cuales pueden superar los 400 dólares mensuales, incluyendo alojamiento, alimentación, transporte y otros ítems básicos.

El panorama del transporte estudiantil es igualmente sombrío. Las unidades de transporte están muy deterioradas y carecen de cauchos, gasolina, gasoil, baterías y otros insumos necesarios para su correcto funcionamiento. Este servicio, que permitía movilizar de forma gratuita a estudiantes y personal universitario entre distintos núcleos y rutas urbanas e interurbanas, también ha cesado de operar adecuadamente.

A pesar de todas estas dificultades, un importante porcentaje de jóvenes continúa sus estudios con la esperanza de graduarse, esforzándose notablemente para cubrir los altos costos de vida en Mérida. No obstante, la deserción estudiantil ha aumentado significativamente, y muchos otros han optado por abandonar sus estudios y migrar en busca de mejores oportunidades fuera de Venezuela, uniéndose a la creciente diáspora del país.

Los estudiantes de la ULA continúan enfrentando retos considerables en su búsqueda de una educación de calidad, luchando contra viento y marea en un contexto socioeconómico desfavorable que pone a prueba su perseverancia y dedicación.